viernes, 6 de septiembre de 2024

La mio quintana

 La mio Quintana

Berta Suárez

La mio quintana de Soto tiene la esencia de los caminos eternos. Guarda en sus entrañas consejos sabios, refranes antiguos, días alegres, horas inciertas, pesares viejos y vivencias entrañables. 

Es el trecho que recorremos a diario, por el que andan, anduvieron y andarán, las personas que amamos; y eso le concede un plus de sentimientos, cual hilo irrompible. Como los zapatos gastados y los buenos amigos, no será sendero perfecto, pero es donde nos encontramos más cómodos.

Mi quintana  coyana está hecha de recuerdos y olvidos, de historíes grandes y pequeñinas, de pasos incansables, de platos que van y vienen, de días de sol, de tardes de orbayu, de noches de lluvia, de amaneceres de nieve  y de mañanas de viento. También viven en ella lágrimas y risas, sueños frustrados e ilusiones cumplidas; encuentros y despedidas…

Los afanes no son los mismos a medida que suman los días. Pero hay un ambiente que se percibe a través de sus puertas  abiertas, que invita a confiar y a reafirmarte en cuánto necesitamos a nuestros semejantes.

Sobre todo, por este lugar, arropado por montañas perpetuas, se respira solidaridad vecinal, que se enlaza con la de otros barrios de la aldea  y que da sentido a los días tristes o alegres, que haberlos haylos para todos los gustos.

Por eso, en este tiempo de pérdidas personales por nuestra quintana, cuando me pregunto con más frecuencia que nunca por el sentido de la vida, recuerdo una reflexión de Virginia Woolf: “A eso se reducía todo: a una pregunta muy sencilla, que se iba volviendo más acuciante con el paso de los años. La gran revelación no se había producido. Tal vez no llegara a producirse nunca. En cambio, había pequeños milagros cotidianos, iluminaciones, fósforos que se encendían inesperadamente en la oscuridad".  

Eso es para mí el recorrido; el milagro cotidiano de las manos amigas que te agarran cuando el vértigo acecha, la ternura de las personas sencillas que lo transitan, el cuidado de quienes nos apreciamos, las energías intangibles de quienes nos precedieron y que sembraron para que otros recojamos su legado.

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