miércoles, 1 de octubre de 2025

En sus zapatos

Mientras espero el transporte para iniciar la ruta escolar, voy apagando interruptores de mi historia personal. El trayecto que iniciaremos en breve al colegio de Educación Especial requiere de toda nuestra atención. Trabajar con personas con discapacidad es una experiencia que te cambia muchas percepciones. Cuando eres su responsable en el microuniverso diario del viaje, descubres un mundo distinto, donde las cosas importantes se revelan con una claridad desarmante. Cuando el día se presenta incierto, mezclado aún con los sueños rotos de la noche, y los frentes abiertos rondando por doquier, basta con verte obligada a sacar todo un repertorio de canciones infantiles, un cuento, un gesto de consuelo…. para que todo cambie. Sus diferentes formas de mostrar las emociones, convierten el autobús en un espacio en el que tus miedos y preocupaciones se disuelven en esas otras intrahistorias de personas que escriben en renglones diferentes, que comienzas a hacer un poco tuyos cada día. Por su parte, ellos te aceptan como eres, demandando solo los cuidados y la empatía necesarios para confiar. No te juzgan. Captan tu energía y responden con una sinceridad difícil de encontrar en otras cotidianidades. En su mirada descubres una forma de amar sin condiciones, de relacionarse desde la esencia. Esta experiencia también abre los ojos a otra realidad: la necesidad de avanzar en un sistema sólido que les proteja y acompañe. Las familias y los cuidadores cargan sobre sus hombros una responsabilidad enorme, que entiendes mejor cuando calzas sus zapatos, compartiendo tiempo de su calendario escolar. Aunque se va avanzando en este terreno, conviene no desviar el foco de la necesidad de seguir garantizando recursos, apoyos y políticas que faciliten sus vidas. Hablar de integración no basta; hay que seguir ofreciendo soluciones adecuándose a cada realidad. Aquí llega Covi. Nada más verte, te dice “te quiero”. Tal vez no comprenda la magnitud de esa palabra, pero tú sí lo haces. Y al escucharla, tienes la certeza de que ese instante vale más que cualquier reconocimiento, mucho más que cualquier éxito material. Porque con ellos aprendes que lo esencial no se encuentra en las apariencias. Podría decir que vuelvo a la escuela, porque aprendo de lunes a viernes increíbles lecciones de vida, que hacen algo más pequeños mis naufragios personales.