martes, 31 de julio de 2012

Prólogo de nuestro libro sobre madres




Comparto con vosotros el prólogo del libro que Susana González Sancho y yo hemos escrito. Un honor que la periodista de la Nueva España, Pilar Rubiera, nos haya redactado la introducción.

SER MADRE, UN VIAJE EXIGENTE Y GLORIOSO

Pilar Rubiera

“Recuerdo un día lluvioso de invierno. Una gran colada de ropa que no acababa de secar y otra montaña de ‘trapos’ esperando que alguien les pusiera la plancha encima. Un montón de juguetes desperdigados por los rincones más inesperados de la casa; el chiquitín llorando sin consuelo porque era de poco dormir y el futuro adolescente exigiendo mi ayuda para hacer los deberes. Así comencé a convertirme en la adulta que nunca había deseado ser. Fue uno de los momentos –tantas veces se me repiten y se me han de repetir- en los que me estremeció la gran pregunta del libro de Rosa Regás ‘Sangre de mi sangre’: “¿Estamos preparados para lanzar al mundo un nuevo ser para que no sólo reciba los bienes y el amor que estamos dispuestos a ofrecerle, sino también un futuro donde un día tendrá que abrirse paso sin nuestra ayuda afrontando las dificultades, las injusticias, los ataques que nosotros ya conocemos, ya hemos sufrido y tal vez sigamos sufriendo?””

Esta es una de las muchas reflexiones que propone el libro “Madres In-Perfectas” sobre la maternidad, del que son autoras las periodistas Susana González Sancho y Berta Suárez Hevia. Casadas y madres de dos hijos cada una de ellas, se conocieron en un curso profesional e inmediatamente conectaron. Ambas, en situación de paro laboral, se sentían atrapadas en una maternidad que, pese a ser “lo más importante de sus vidas”, aseguran, les generaba en ocasiones inseguridad, sentimiento de culpa y frustración. El libro habla de madres y de hijos, no ignora la figura del padre, pero aparece más desdibujada en el acontecer diario. Susana González Sancho se detiene en el embarazo, el parto, la lactancia, la relación de pareja y los primeros meses que siguen al nacimiento del bebé que, en el caso de su primer hijo, la niña Lucía, fueron tiempos en los que dormir era un lujo que no podía permitirse. La madre está sola ante el reto de la crianza. Susana sintió que fracasaba como tal cuando el pediatra de su hija le escribió en un papel: “Lo mejor para Lucía es que su mamá le deje de dar el pecho”. ¿La razón?, los fármacos que debía tomar para combatir la depresión que padecía no eran compatibles con la lactancia natural. “Cuando ya fui mamá, eché de menos que alguien me hubiera explicado lo duro que es criar a un bebé día tras día, lo difícil que es pasar noches enteras sin dormir”, dice. 

Berta Suárez Hevia se detiene en las difíciles relaciones con un hijo adolescente guerrero. “En las aguas turbulentas de la adolescencia que, salvando las circunstancias sociales, se remueven del mismo modo, generación tras generación, hay momentos en los que un sentimiento parecido al odio aflora en las relaciones con nuestros hijos. Después de “odiarnos” un ratito, la batalla de la intolerancia suele darse por finalizada, agitando por ambas partes la bandera blanca del perdón. Un abrazo que templa las voluntades, que apenas unos minutos antes parecían indomables. Intentamos buscar el punto medio de nuestros argumentos y el punto de vista humorístico suele hacer el resto. ¡Nada era para tanto! Dejamos de odiarnos hasta la próxima contienda y el pequeñín termina de romper barreras imitando a su hermano: “Quero poné un pisin en las seja””, escribe Berta.

Un hombre no queda embarazado. Es la mujer la que acoge en su vientre durante nueve meses al futuro ser humano y, en ello, hay algo glorioso. Cuando, en el nacimiento, el cordón umbilical se corta y el niño o la niña alumbran a la vida, el viaje comienza .Y nunca sabes adónde te llevará. La maternidad te condiciona radicalmente. Es un derecho, es un patrimonio y un vínculo de por vida. Y nada de todo ello te asegura que la aventura va a salir bien. Decía la escritora estadounidense Hill Churchill que no existe la madre perfecta pero hay un millón de maneras de ser una buena madre. Ya lo dice le refrán: “madre no hay más que una”. Para bien o para mal.

En todo este trayecto hay mucho trabajo, gran responsabilidad, renuncias y rutina. Y hartazgo en ciertos momentos. Susana y Berta también hablan de la carga que supone la crianza y educación de los hijos para la mujer frente a un papel más ausente del hombre. Las cosas, dicen, empiezan a cambiar, pero son necesarias otra actitud y mentalidad, propuestas serias que den contenido a la llamada conciliación laboral y familiar. “Que me disculpe mi compañero de fatigas –cabe la remota posibilidad de que sólo sea una percepción mía- si afirmo que, en más momentos de los que me gustaría, tengo la impresión de que la resolución de problemas educativos respecto a nuestros hijos es de mi entera exclusividad”, escribe Berta. ¿Cuántos hombres serían capaces de dejar sus ambiciones profesionales por quedarse en casa criando a los hijos?, se pregunta Susana.

En el relato, con final feliz, hay espacio para el humor, como cuando Susana cuenta el primer viaje con su hija de tres meses a Cádiz o los preparativos de un día de excursión de toda la familia, o cuando Berta escribe sobre la fracasada vasectomía de su marido ante un falso testigo. Otras catorce mujeres hablando de su experiencia como madres ayudan a entender la aventura de educar a los hijos. Lo resume con gracia una de ellas al recordar una conversación con una amiga en la que ambas despotricaban contra sus hijos. “¿Qué podríamos hacer?” le pregunta una a la otra otra. La respuesta es tan sincera como certera:”Quererlos, chica, quererlos”.

“………..” es un libro en el que muchas mujeres se sentirán reflejadas. Habla del hecho cotidiano de ser madre, la más importante de todas las profesiones, según decía la activista estadounidense Elizabeth Cady Stanton. Y añadía: “Exige más conocimiento que cualquier otro asunto”.