miércoles, 27 de enero de 2016

En castellano, maltrato

"Ante las atrocidades tenemos que tomar partido. El silencio estimula al verdugo" Elie Wiesel

Es ingeniero naval. Tiene 37 años, dos hijos varones y una compañera que, además de su amante, es su gran amiga. Hombre atractivo, inteligente y de gran personalidad, con un alto puesto en una empresa de construcción de barcos. Numerosos amigos -algunos mejores que otros-y casi siempre una sonrisa en su cara. Persona admirada por muchos, envidiada por unos cuantos y respetada por todos. Estas son ahora sus etiquetas personales.

Pero no siempre fue así. Veintitrés años atrás, aquel mismo mes de Enero, Francisco era otro. O quizás era el mismo, pero sin haber sido curtido por unos acontecimientos que le condujeron al ser humano fuerte y seguro que ahora pasea por el parque de su ciudad, a la que regresa algunas vacaciones. La imagen de aquella otra persona vino a su mente cuando, al mirar a a su derecha,  observó que aún seguía en pie el centro escolar donde hizo sus primeros estudios. Allí estaba aquel chico gordito, de físico poco agraciado en general y escasos dotes para la comunicación; lo que transmitía una debilidad añadida a su enclenque forma de moverse en un mundo en el que las normas de integración no estaban hechas para los débiles.

Hasta la tercera década de sus vida llegaban ahora las risotadas de sus compañeros en el fin de la primaria, cuando falló aquel gol imperdonable con tan poca agilidad. Tras las ventanas del segundo piso, en el aula más esquinada, pudo observar cómo era ignorado cuando intentaba participar en el trabajo de grupo sobre barcos que les había encargado su profesor de Arte para el segundo trimestre. Casi pudo sentir el dolor en su espinilla derecha. Le quedó marcada para siempre la cicatriz del taco cuando alguien, imposible no recordar su nombre,  le espetó un puntapié con el gran motivo de que no le había gustada el jersey de color azul mar que la madre de Francisco, la mejor conocedora del color favorito de su hijo, le había regalado en su treceavo  cumpleaños. Todavía más palpable fue el recuerdo de cómo le hicieron sentir las burlas del grupo de "matones" que lideraba el colegio cuando su inocencia le había llevado a creer que la  cariñosa nota que encontró en su estuche procedía de la niña de rizos castaños que siempre le gustó en secreto. Aquella mañana de principios de Junio, feliz de que se cumpliera su sueño del primer amor, se atrevió a dirigirse a ella e invitarla a su casa. Cómo olvidar el bochorno cuando María le dijo que ella no había escrito nada. Agazapados en una esquina estaban los cinco "demonios" que, después de reírse un buen rato, desfilaron a darle collejas en orden de prioridad.

La primavera de ese curso había estado sin ir al colegio dos semanas, con el pretexto de un dolor de tripa que solo era una disculpa para evadirse de las burlas. Cosas del destino, nunca se le olvidó el drama que habían ido a ver sus padres en el cine por aquellas fechas: "La fuerza de uno". Hasta ahí habían llegado. Su familia comenzó la lucha, que hasta entonces solo había sido de apoyo moral para el chico, e hicieron público y a viva voz el horror que venía padeciendo Francisco. No les quedó ni una recurso al que aferrarse para frenar el infierno en el que habían condenado a su hijo. Pusieron en la palestra los nombres y apellidos de los maltratadores y siguieron adelante hasta donde llegó toda la justicia y la fuerza de la ley y de los derechos de un niño.No fue fácil porque los héroes solo existen en la ficción, y la mayoría de la gente preferían no implicarse y guardar silencio. Los miedos no desaparecieron de un día para otro, pero comenzaron a llegar días más claros y,una mañana, Francisco sintió que ir a clase ya no era un tormento. María se sentó a su lado en el aula de historia; Roberto le ofreció participar el grupo de bicicleta de los sábados por alguna de las sendas de los alrededores y el profesor le elogió lo bien que se la daban los números y el dibujo. Nunca había sacado malas notas, pero la invisibilidad de un chico de apariencia mediocre, poco agraciado físicamente y un ligero tartamudeo cuando decía más de dos frases seguidas en público, habían hecho pasar desapercibidas hasta entonces sus cualidades. Por aquellos años de primera juventud se apuntó a clases de defensa personal- área en la que también fue brillante aunque hasta el día de hoy pocos conocen esa faceta del naviero-, y más adelante disfrutó como nadie de las asignaturas impartidas en la Escuela de Navales -Expresión Gráfca era su favorita-, donde fue de los primeros de su promoción.

Al cabo del tiempo, se cumplieron uno a uno los augurios de su madre: -"Tira para adelante Fran, y sobretodo continua estudiando mucho, que los que ahora se burlan de ti un día serán tus inferiores". Sin embargo, al ingeniero que tiene ahora su hogar en una preciosa casa ubicada a las afueras del pueblo grande donde cumplió la mayoría se sus ilusiones, de fachada azul como el mar y  un barco en su jardín, al afortunado hombre en el que se había convertido, aún se le hinchaban las venas de sus sienes cuando escuchaba hablar de casos de bullyng, es decir, del matrato de toda la vida, con los mismos destructivos efectos en cualquiera de sus modalidades.

No todos han tenido la suerte de tener unos padres fuertes y resolutivos, ni un carácter firme a pesar de la debilidad de sus primeros años, ni siquiera parecerse a Forest Gump para poder tirar los hierros que les aprisionan y correr hasta hacerse inalcanzable. Pensaba en la necesidad de no hacer una sola broma del tema, ni una mínima justificación y mucho menos un silencio, el mayor incentivo para los maltratadores, ante el sufrimiento infringido por el acoso físico y sicológico. Algunos de los que habían pasado por su nefasta experiencia ya no podían ni contarla, a la vista de las últimas noticias y otras más viejas.

Quienes dedicaron unos segundos para observarle -era fácil que no pasar desapercibido porque tenía algo que seducía a hombres y mejores incluso en la distancia- solo vieron a un hombre apuesto,vestido con unos vaqueros gastados que le sentaban como un guante, y una conversación cómplice con su mujer -otra María de melena rizada- que compartía su historia. Por eso, nadie hubiese sospechado el motivo por el que se paró a devolverle la pelota y acariciar la cabeza de un niño que lloraba porque sus "amiguitos" se la habían lanzado a donde no podía alcanzarla. Le había quedado un olfato especial para los abusones.

Al día siguiente estarían de vuelta en su trabajo junto al mar. Tendría que decidir sobre el futuro de un empleado raso que finiquitaba su contrato. Recordaba perfectamente su nombre porque se lo había dejado marcado en su espinilla derecha veintitrés años atrás. Pero, ante todo, se había convertido en un hombre bueno. Sería justo.


Fotgrafía de Navia, tomada del blog  http://rascacheiro.blogspot.com.es/

domingo, 17 de enero de 2016

Las mariposas negras del alma

Siempre empiezo a leer las revistas y los periódicos por el final. Una manía como tantas que van aumentando con el paso del tiempo. Cosas tan nuestras que imprimen particularidad, que dice una de mis amigas del alma. Pero en esta ocasión los dedos me llevaron a abrir el dominical  al azar, justo por el reportaje titulado: "La depresión soy yo". Qué casualidad, tú me habías estado contando hacia unos instantes , mientras devorábamos casi con ansia una bolsa de esos frutos secos a los que llevamos un tiempo enganchados, que nada te hacía feliz . Que el mundo te suponía una pesada losa de hierro y había días en los que solo mover un silla te suponía un esfuerzo insoportable. Algo parecido a lo que decía Laura Hospes en el reportaje: "Llega un momento en el que abandonas la lucha y te ahogas... Y ya nada te importa. Solo puedes hundirte más y más...".

Y es que cuando las mariposas negras del alma atacan no dejan títere con cabeza. Si no se controlan a tiempo destruyen hogares, relaciones; vidas enteras... Hasta que uno mismo no se arma para combatirlas el remedio no existe o cuando llega es demasiado tarde. Se les suele dar de comer carnaza externa y se retroalimenta la tragedia. Las mariposas oscuras anidan en el corazón de quien las genera y se reproducen por miles, escarbando en lo peor de tu mundo imperfecto Uno se acostumbra a la infelicidad propia y ajena y se convierte en algo tan cotidiano que llega a parecer lo más normal.

Las consecuencias de la espiral depresiva son nefastas, porque es muy difícil dejar impecable un jarrón de porcelana desecho en mil pedazos. Los efectos de los bichos del alma producen rechazo y desesperación a partes iguales. Pero también una necesidad intangible e incoherente de sufrir para sentirse mejor. Y así la vida para ellos y para quienes están cercanos en sentimientos se transforma en un infierno, mientras que el resto del mundo, ajeno a tus desastres personales sigue rodando como si nada. Nadie puede ayudar a quien no quiere escalar para afuera en el pozo. Desaparece la empatía e incluso la culpabilidad por los efectos colaterales del daño causado. Por otro lado, quienes te rodean caen a veces, por desesperación e impotencia, en la crueldad hacia quien se retuerce en el fango de lo negativo.Las aguas en las que nadan este tipo de personas que sufren el declive se vuelven tas turbias y virulentas que se transforman en impasibles ante el dolor infringido a sí mismas y a quienes les rodean. No hay enfermedad peor que la que no acepta ser curada. De nada vale tener noventa y nueve cosas buenas porque la mala que hace el número cien lo embarra todo.La mejor hora del día ya no es para ellos la de ver la vida bullir, sino la de acostarse para meterse más profundamente en su mundo de oscuridad.

En paralelo, quienes viven el día a día de esas depresiones, sonríen, bailan, cantan, se ponen de punta en blanco algunos días; levantan su cabeza y salen a la vida como si nada malo les ocurriese. No es ausencia de sentido ni de consciencia de la realidad; y mucho menos falta de empatía; se llama resilencia, el arma más poderosa para avanzar a pesar de las contrariedades vitales.

Llegaba el ocaso y amenazaba la helada del cielo estrellado en la tarde de Enero. Me comparaste la imposibilidad de tocar aquella luna que apenas empezaba a salir tras las montañas con que tú fueses algún día algo más feliz. Pero no queda otra que levantarte mañana de nuevo, convencido al menos de que todavía hay para ti un abrazo cálido esperando para sanarte. Estoy segura de que las mariposas comenzarán a ser de colores si emprendes la lucha. Nada es fácil para nadie. Lo que cambia es la actitud ante la vida. No cedas al desencanto. Los días mejores pasan muy deprisa y, cuando quieras darte cuenta, habrás perdido lo mejor de ellos peleándote con gigantes que solo son molinos.


Imagen: Cuadro de las mariposas de Dalí.


jueves, 14 de enero de 2016

Noelia

"En mis noches de infancia, mi primera ilusión y mis cuitas de amor. Son recuerdos del alma. Una tarde me fui hacia extraña nación, pues lo quiso el destino...."

Mi primer recuerdo de Noelia   me conduce a verla sentada en una hamaquita rosa, donde su madre la colocaba mientras hacía las tareas domésticas en su casa de fin de semana de Soto; un lugar que sin ningún tipo de lujos siempre estaba reluciente, con las puertas abiertas y un plato de comida para cualquiera que llegase de visita; la mía era frecuente porque estábamos muy cerca y me encantaban las comidas que Mery hacía en días de verano. Si me esfuerzo un poco me llega el aroma de los buñuelos con un toque de canela que eran el postre por excelencia en aquellas sobremesas de vacaciones escolares, después de aquel primer plato de "fréjoles con patates" de nuestros minifundios, que ahora se ha convertido en un lujo para los amantes de la comida sana. De la mesa, con un colorido mantel de hule que permanecía instalada durante los meses de los días más largos en la anteojana de La Canella, como la magdalena de Proust, recuerdo las rodajas de limón con clavo que formaban parte de la decoración para espantar bichitos inoportunos en las tardes de calor. Apenas comenzó la pequeña Noelia -la última de tres hermanos- a recorrer sola los pocos metros que la separaban de mi casa del Caalón,  ya le decíamos: "eres igual que una vieyina". 

Ciertamente era espabilada y madura como pocas.Con la sonrisa siempre dispuesta -es de esas personas que al reír arrugan con toda la gracia su nariz- unos ojos grandes, vivos y oscuros, que ha heredado su hija Daniela, un cuerpo menudo -Ernesto siempre nos decía que las que crecimos poco teníamos "otru tantu baxo tierra"- y un remango de envidiar, cuando llegaba Noelia a nuestra casa, brillaba el sol. Cantaba mucho y "En mi viejo San Juan" era su melodía favorita, en el paso a una  adolescencia que comenzaba a llamar a su puerta,pero que no cambió para nada su esencia. Fue esa la época en la que más disfrutamos con ella de las excursiones a las montañas limitírofes. Alguna vez nos acompañó mi padre y nos alentaba, cuando ya no podíamos más: "¡Nerviu!",nos decía con su voz de paisano curtido en otras pendientes más duras.Y es así como continua su vida mi querida amiga, ahora que está en el ecuador de la cuarentena, se ha casado -intuyo que ha sido madura hasta para elegir bien a su pareja, lo que le aporta otro tanto  por aquello de que "quien no acierta en casar ya no tiene en qué acertar-, es mamá de una jovencita que apunta maneras de chica igual de espabilada que su progenitora y desarrolla un trabajo acorde con sus cualidades. No dudo que esos chicos que cuida en un piso tutelado no han podido tener mejor suerte porque, cuando me cuenta cosas de su vida laboral, detecto que pone en ella el corazón.

Leía hace poco que cada uno de nosotros tiene al menos trece personas -ya veis ese número tan poco valorado- que te quieren como eres, sin condiciones, en tus horas mejores y peores, y que te extrañarían mucho si un día desaparecieses de su vida. Solo por eso, continuaba el párrafo, ya uno tiene motivos para levantarse cada día. Son esas gentes a las que te une el famoso hilo invisible; indestructible y de la medida de toda nuestra existencia. En algunos casos te pasas meses, incluso años enteros sin verlas, pero las sientes cerquísima en todo momento; seguro de que su buena energía hacia ti te llega a través del tiempo y la distancia como si estuviesen a tu lado.Quizás a algunas de ellas nunca les hayas dicho abiertamente que las quieres, que las admiras, que forman parte de de cuanto eres, que te enseñan a crecer. Deberíamos de hacerlo de cuando en cuando,como nos aconseja siempre el sociólogo #Jordigranet en sus conferencias sobre la autoestima.

Noelia, que cumplió años esta semana, me pidió que le volviese a poner mi felicitación a través de las redes -hemos de reconocer que mucho han hecho estas ondas por la publicación de los buenos quereres-  ya que se había borrado la que la envié. Decía algo así como que era tan "guapa"que hasta uno de los mejores cantantes le había hecho compuesto la letra de una canción. Le contaba también que formaba parte de los mejores y los peores momentos de mi vida,  y que por eso y muchas cosas más le deseaba que todo le fuera bonito. Ya que hube de repetir lo escrito, le dediqué un poco más de tiempo en contárselo. Dado que la mañana de hoy me pilló sentimental -barrunto que los estrógenos comienzan con los estragos o quizás porque la nieve que asoma nuevamente me pone mostálgica - le escribo un poco más extenso cuánto la quiero, y le recuerdo una de esas frases tantas veces repetidas por nosotras: "eres de casa".

miércoles, 13 de enero de 2016

El pecho a demanda

"Lo mejor de ti en el mejor de los envases"

Hagamos el ejercicio de abstraernos de ideas preconcebidas, inclinaciones políticas e ideologías múltiples, que ciertamente es difícil por aquello de que la objetividad es una disciplina costosa. Dado el paso: ¿qué os parece la ya viral instantánea de Carolina Bescansa dándole de mamar a su hijo -no ha sido la primera- esta mañana en el Congreso?. Ramoneda decía en la Ser que, aunque el gesto es simbólico, también es prescindible. Para otros cuantos la anécdota no fue más que puro postureo y para algunos otros fue un acto reivindicativo y solidario. En lo que están de acuerdo los opinantes es en que el niño de la política es un santo, puesto que no lloró durante las cinco horas del arranque del nuevo ciclo parlamentario.

Partiendo de que yo he sido de esas mamás "a demanda" -le di el pecho a mi hijo pequeño hasta los cuatro años y cada vez que lo solicitaba- , y que estoy convencida de los beneficios de la leche materna administrada durante  el mayor tiempo posible, así como de la importancia de facilitar la tarea a las madres que opten por la ese tipo de alimentación, la postura  de la Diputada no me acaba de convencer porque el escenario no es realista.

Hago un inciso para contar que el haber amamantado durante un tiempo largo, me permitió ahorrar en antibióticos, insomnios, y lloros de muy diversas procedencias. Con el segundo, ya estaba en boga lo de dar el pecho a petición del pequeñín , y vaya que si cundió. Asimismo ese contacto tan especial con tu hijo al darle de mamar es un vínculo tan tierno para ambos que te deja un vacío circunstancial el día que se interrumpe. En mi caso el culpable de la ruptura fue una infección de anginas aún cuando,como bien me dijo el médico de cabecera, ya no procedía sentirse culpable por el destete.

No dudo de las buenas intenciones de Carolina para concienciar de la necesidad de la auténtica conciliación de la vida familiar y laboral de las mujeres, que aún deja mucho que desear.  De hecho ha sido apoyada por algunas hembras de otros grupos políticos,con lo que queda patente la transversalidad de las opiniones en este caso. Ni tampoco pongo en cuestión que este gesto lleve consigo la necesidad de volver a poner el tema encima de la mesa, que desde luego se consiguió, además de dar pie a las múltiples ocurrencias por las redes , que los chistoso digitales con poco tienen bastante.Pero la puesta en escena no fue la más convincente. Por cierto, y  por asociación de ideas, qué lejos quedan ya aquellas críticas, algunas sin piedad, cuando Carma Chacón desfiló embarazadísima ante los militares. Y eso que el niño aún no lloraba.

Menuda opereta se montaría si todas las Señorías en edad de amamantar decidiesen llevar a sus pequeñines al Hemiciclo. Ya no digo nada si cada profesora llevase a su clase a su bebé o cada médico a su hijito a la hora de la consulta de Cardiología. Y ya no digo nada de la cajera de un centro comercial en estos días de rebajas o la redactora de un informativo de televisión en un directo...

Dado que  las señoras diputadas tienen una estupenda guardería a su servicio, un buen sueldo -incluso los de Podemos- para pagarse una cuidadora y la posibilidad de solicitar la baja por maternidad que tantas luchas costó conseguir, pienso que lo mejor sería poner toda esa energía innovadora en luchar por los derechos de esas mujeres que, partidarias de amamantar o no, aún deben de pleitear por ellos, amén de conseguir una red de guarderías más amplia y asequibles. Buenas noches sin acritud; todo lo contrario, tan dulces como la leche materna.

jueves, 7 de enero de 2016

El exótico hotel Marigold

"El único fracaso de verdad es no llegar a intentarlo. Y el éxito se mide por cómo afrontamos la decepción, ya que siempre llega" (El exótico Hotel Marigold).
Hacía tiempo que no veía una película con unos mensajes tan bonitos. En realidad, confieso que hacía mucho que no veía una película entera. La tarde de ayer estaba apropiada para ver cine, aunque fuera en pantalla casera. A veces buscas excusas para no salir a pasear por alguno de esos senderos en los que cada día encontramos un color nuevo, aún cuando si hay un chubasquero, un paraguas y unas botas no hay motivo para declinar la caminata. Pero la lluvia de ayer sugería una especial nostalgia que te invitaba a perderte en lugares más recogidos, tapaditos con esa manta adquirida en la conocida tienda n´´ordica  El abanico de filmes era grande, pero me detuve en el Hotel Marigolg como cuando te seduce un libro por la primera frase, su portada, la cara de su autor. O quién sabe si simplemente por lo bien que narraba el espacio del tiempo meteorológico la presentadora de turno -vientos de agua para la tarde del Día de Reyes-  dando paso a la película que invitaba a apuntar sus frases desde el minuto uno.

Un grupo de ciudadanos británicos de edad avanzada viajan a la India para disfrutar de los años que aún les quedan por vivir. Los siete jubilados tienen en común la urgente necesidad de un cambio. Su aventura comienza cuando se juntan en el peculiar hotel Marigolg, dirigido por un joven indú, gran filósofo entre alguna de sus muchas cualidades. A partir de entonces, la vida de los protagonistas se irá llenando de sugerentes aventuras, inimaginables descubrimientos, exóticas amistades y sorprendentes cambios.

Además de mostrarnos el país Indú en todo su esplendor de luz, color y alegría -primera lección: en la India siempre se cabe-  fuera del estereotipo de un lugar rebosante de miseria y castas insalvables, la comedia dirigida por John Maddem y protagonizada por actrices y actores como Judi Dench, Maggie Smith, Bill Nighy, Dev Patel...  es un canto a la posibilidad de comenzar una nueva vida a cualquier edad y en cualquier lugar, además de optimistas pinceladas de sentido del humor. Asimismo el argumento nos da a entender que el entretejido de las relaciones humanas no entiende de edades, clases sociales o diferencia de sexos.La película nos adentra en la necesidad de encontrarnos a nosotros mismos -cerca o lejos de nuestras raíces-por aquello de que "a veces lo que acaba pasando es mejor de lo esperado".

Tal vez haya quien tache de endulcorado el argumento, pero no es para nada incierto que las personas mayores tienen para ofrecer mucho más que sus canas, sus arrugas o su voz cansada. Solo hay que darles la posibilidad de enriquecerse y enriquecernos con unas vivencias a caballo entre la experiencia y lo que aún pueden aprender y disfrutar. Porque como dijo alguien una vez: "Al final todo saldrá bien, y si no sale es que aún no es el final".

lunes, 4 de enero de 2016

¿Navidad de miel o de hiel?

La Navidad va llegando a su fin, para disgusto de algunos y alivio de otros cuantos. El disfrute de las fiestas es proporcional al estado del ánimo, de los recuerdos y de las vivencias personales. Ya se sabe que de la miel a la hiel solo hay una letra de diferencia, y es inevitable que los adornos navideños vayan perdiendo su brillo y su color con el paso de los inviernos.
Pero, mientras haya infanciias, siempre habrá un motivo para simular que creemos en la magia y que hay ilusión en nuestras miradas.
Como siempre ocurre en fechas puntuales, los centros comerciales están abarrotados en los comienzos de Enero.. La música navideña, esa que dicen que les cuesta más de una depresión a los empleados, invita al consumo. Cada año hay un regalo por excelencia. Esta temporada las estadísticas cuentan que se llevan la palma los drones. Aunque también empiezan a proliferar las sorpresas menos tangibles: un viaje, una aventura diferente, un vale para algo con lo que siempre hemos soñado pero que nunca nos decidimos a hacer, etc...Sin embargo, leía hace un momento por las redes que el mejor regalo es el tiempo y la demostración que se dedica a quienes queremos. Aunque uno no excluye lo otro. Sea como fuere, el valor del regalo está en saber qué le gusta al destinatario y ese tiempo exclusivo que dedicamos en adquirirlo.
Hablando de regalos, ayer viví una pequeña anécdota que me dio para escribirla. En esas mesas que ponen los grandes almacenes para envolver -si no eres un poco hábil hay envoltorios irregulares que te quedan como una chapuza- miré de reojo a un señor de avanzada edad que daba vueltas a su paquete y no veía forma de dejarlo medianamente envuelto. Por una esquina no le entraba el obsequio y por otra se le salía. Me puede el sentimiento cuando veo a una persona mayor en situación desvalida -por aqullo de que me recuerda a otras personas cercanas- y me atreví a decirle que yo se lo envolvía. Solamente hacía falta coger un trozo de papel mayor y unos dedos con menos artrosis. El regalo consistía en dos paquetes de café de marca blanca y un producto de limpieza de esos que está en el montón de las ofertas. Me dio ternura pensar que tal vez el destinatario o la destinataria considerase eso un gran presente.o que el señor que hacía la ofrenda era cuanto tenía para regalar..Lo dicho,la intención es el alma del regalo. Que recibáis muchos obsequios de aquellos que hacen brillar los ojos, y sobretodo que disfrutéis de esas pequeñas cosas que no se compra con dinero... Buen comienzo de día, de semana, y de año