martes, 4 de abril de 2017

La elegancia del Club de Lectura Coyán



"El tiempo es una lluvia paciente y amarilla, que apaga poco a poco los fuegos más violentos" 


Todo comienza con un primer paso o con una primera palabra. Así que el Club de Lectura coyán empezó siendo una posibilidad en una conversación con Maite una tarde de otoño, en medio -literal-  de uno de los caminos más paseados de Soto de Agues. En esas parrafadas "prestosas", en las que se habla de todo un poco "sin echar por nadie" (que decimos por allí), surgió la idea de que sería "guapo" ese proyecto en el municipio de Sobrescobio;  el concejo asturiano que, según las estadísticas, más libros, bibliotecas y lectores tiene en proporción a sus metros cuadrados. Sin prisa, pero sin pausa, el plan fue fraguando y una tarde de Marzo ya teníamos, sobre la mesa de la Biblioteca Municipal de Rioseco más de veinte tomos de La elegancia del erizo, tantos como los integrantes del Club que apunta con crecer. Podría haber sido cualquier otro libro el elegido para el punto de partida, de entre los cientos que nos ofrece la Red Regional de Bibliotecas de Asturias. Pero las vivencias de una portera parisina, en apariencia una cincuentona mediocre y poco agraciada físicamente, era un buen comienzo para reflexionar sobre la importancia de no guiarse por los marcadores externos. Tras una señora que está a cargo de una portería, fregona en mano todo el día y a las órdenes de gente adinerada, se esconde toda una experta en los filósofos clásicos y modernos, amante de la mejor música, de los platos exquisitos y con un coeficiente intelectual que deja a la altura del barro intelectual a la mayoría de los inquilinos de la calle Grenelle. Notas de humor, sabiduría popular y la ironía ante el mundo de quien calla más de lo que sabe, con la ternura añadida de las historias entremezcladas de esos otros vecinos que sí miraban bajo la piel, nos presentan a la viuda Renée Michel como la mujer a la que nos gustaría parecernos en muchos aspectos. Aunque también hubo alguna lectora que la tachó de "prepotente"; vamos que no le cayó nada bien la proletaria ilustrada, porque cada cual hace su lectura particular, que para eso también están los clubes de lectura.

"La lluvia amarilla", ahora en manos de las lectoras y los lectores delrecién estrenado Club de lectura , espera comentarios, anécdotas, interpretaciones y conclusiones para finales de este mes de Abril. Lo que llevo leído de esta obra de Julio Llamazares,  no da para ninguna emoción alegre. Es más, hacía tiempo que un libro no me hacía llorar o sentir escalofríos. Llega tan directamente a las entrañas el monólogo del último habitante de un pueblo abandonado del pirineo aragonés que uno se va poniendo en su piel, casi palpando todas todas las emociones de Andrés. Son unos desgarrados sentimientos que, en otras escalas y circunstancias, no cuesta tanto imaginárselos. El tiempo es un Señor paciente del que nadie puede escapar. Y la decadencia, el olvido, la muerte llega tarde o temprano a cualquier ser humano. Aunque, cuando uno empieza a convivir con esa idea "cuando cree que ya todo lo ha olvidado, basta una simple carta, una fotografía, para que salte en mil pedazos la lámina del hielo del olvido".

Solo es un libro, no quiero afligiros, ahora que la primavera ha vuelto a asomar tras las cristaleras de esa estancia de la biblioteca coyana donde nos reunimos cada mes; uno de esos rincones donde siempre  huele a libros, a madera, a flores, a historias ... Tal vez para la próxima reunión elijamos una novela de las que hacen el tiempo infinito y los finales con epílogos prometedores. De ese modo, nos desquitaremos de la melancolía que producen los últimos coletazos de la vida de Sabina y Andrés, envuelta en fantasmas, en musgo y en ruinas.

Asimismo, es posible que, en próximos encuentros, recorramos otros puntos de lectura del municipio. Sin duda los días largos y más cálidos invitan a caleyar por los microuniversos coyanes; entrañables y elegantes donde los haya. Una  copa de vino, un culín de sidra o una taza de té de jazmín, el mismo que compartía la sabia portera con su amiga Manuela -si vas a tener solo una amiga, elige la mejor-, seguirá poniendo cierre mensual a unos encuentros que pretenden, además de compartir versiones de una misma historia, retomar conversaciones ya casi en desuso. Las prisas con las que ahora vivimos, junto con el aislamiento que produce lo digital,  invita a buscar pretextos para la conversación en vivo y en directo entre quienes comparten aficiones comunes.