
¡Quién dijo suerte entonces! ¿Por qué esa ansiedad infinita por encontrar aquello que no tenemos y que no sabemos muy bien qué es? Algo parecido a cuando buscas en la nevera una tarde de "ansiedad". Cuando al fin "devoraste" como si fuese a acabarse el mundo todo lo que no necesitabas, te sientes más vacío que al principio de tus deseos... Si acaso encuentras lo que anhelabas tan desesperadamente, no suele ser lo que estabas buscando; será por aquello de que el placer no está en la meta, sino en la escalada.
Todo estos para contaros que hoy, justo después de una llamada telefónica de esas que siempre te hacen sobre las tres para ofrecerte unos créditos que te presentan con voz seseante como el mejor de los regalos, me ha llegado un mensaje en el que se me comunicaba que llamando al número de teléfono indicado recibiría información sobre un carro de la compra que me había tocado, valorado en 1.000 Euros. Me consta que los timos abundan en ese terreno, pero como había rellenado un cupón con esas condiciones en el Centro Comercial -justo el día que conocí a Luzlinda- quise creer que la suerte me había acompañado desde la colorterapia de los gorritos de lana. Pero la picaresca fue todo cuanto me visitó esta tarde de otoño. Un día nos pasará como con Manolito el mentiroso: nos tocará el carro de la compra, no nos lo creeremos y pasará palabra...
No esperemos sentados, sin disfrutar de lo que tenemos, por invocar magias. Supongo que la suerte es tener la opción de jugar bien en la ruleta de los días, a partes iguales con el trabajo, la actitud y la oportunidad. Lo otro ya sería por caprichos del azar... "El que no se conforma es porque no quiere", que dice mi madre y estaréis pensando muchos de vosotr@s. Feliz tarde-noche Yo me voy a rellenar otro cupón...
Fotografía de mi amiga Elena González Fernández
Fotografía de mi amiga Elena González Fernández