martes, 4 de septiembre de 2012

La rutina de la rutina...

"La trampa de la rutina se desarma mirando excepcionalmente lo no excepcional". V. H. Menacho
Paradójicamente, lo rutinario, aquello que forma parte de las actividades normales que diariamente llevamos a cabo sin necesidad de reflexión, nos atrae después de una temporada de horarios libres y actividades extraordinarias.Aunque pasada media hora inmersos en lo de siempre ya estemos deseando volver a lo excepcional.

Así de contradictorios somos la mayoría de los seres humanos. Siempre deseando lo que no tenemos. Aún cuando sea el uso más común, necesitamos aferrarnos a una cierta seguridad. Expertos en el tema explican que "la rutina significa regularidad y gracias a ella podemos ahorrar energía para dedicarla a otras actividades más creativas centrándonos así en lo que nos interesa de verdad".

¿Podríamos vivir sin rutina? Algunos psicólogos aseguran que sería como la experiencia de un viajero que vive al día, sin tener la menor idea de lo que le va a deparar la vida. Esta situación durante un tiempo prolongado causaría un estado de inseguridad y estrés poco saludable.

Nada que ver el hábito con el aburrimiento.Más bien anhelamos una estabilidad física y emocional sin dejar de sorprendernos y motivarnos con las cosas más cotidianas. Aún cuando realicemos todos los días las mismas actividades en unos horarios más o menos similares, de nuestra actitud depende que cada jornada descubramos un nuevo detalle para valorar y sacar más provecho a nuestra existencia.Siempre a cuestas con la certeza de que todo cambia constantemente y nada está controlado al cien por cien.

Por otro lado, hasta las vivencias más extraordinarias acaban volviéndose rutina porque la costumbre es tozuda y pronto se familiariza con nuestro devenir. De ahí lo importante de saber extraer lo extraordinario de los detalles más comunes del día a día.

Hay, no obstante, una rutina a la que no debemos permitir acostumbrarnos: la que viene cargada de energías negativas para ese pequeño universo que encierra cada cual. Hay infiernos que, a fuerza de ser rutinarios, se acoplan a nuestro respirar como si fuera lo más normal. Los de las angustias que matan y los miedos que pueden .Esas usanzas que bien pueden depender de nosotros, o no, debemos aprender a convertirlas en excepcionales. De lo contrario, transformaremos en rutina vivir en el abismo del que siempre soñamos huir

Huele ahora en nuestras vidas a libros nuevos, juegos en los parques,  jornadas de horarios madrugadores, comidas ordenadas, limpiezas a fondo, series televisivas, promesas renovadas y encuentros con aquello de lo que de cuando en cuando es preciso desconectar.

Rutina de este blog que se ha convertido en un hábito del que siembre habré de extraer algo nuevo para no llegar a caer en la desgana y el hastío. Que todos sean iguales pero no se parezcan a ninguno. Feliz vuelta a las usanzas, aunque probablemente yo sea de los que rápido las aborrezca. Será por eso que me incluyo en el grupo de quienes dejan todo a medias, junto con el de los que se cansan primero de los langostinos que del plato de lentejas...



Imagen: "Garapiellu" de avellanas. La recogida de las avellanas significa en Asturias la vuelta del otoño y sus rutinas... De nosotros depende darle el toque mágico...