sábado, 21 de junio de 2014

Te doy una canción...


"Sin la música la vida sería un error" (Nietzche)


 No ha podido ser. Una de mis amigas, la más cantarina, y servidora, nos hemos quedado sin las entradas para el concierto de nuestra vida. Nos cuentan que estuvo genial, y eso nos hace taparno más fuerte los oídos. Imperdonable nuestro descuido por confiar en la buena buena suerte de conseguir un pase a última hora. Y nos tiramos aún más de los pelos al enterarnos de que habíamos tenido al lado de casa la última oportunidad... Aunque no es un gran consuelo, va muy especialmente por ella la actualización de esta entrada. De no haber más conciertos con nuestros "ídolos" reunidos , seguramente habrá más anocheceres para cantar en alguno de nuestros rincones del alma...

Si lo imposible no fuese tal, desearía tener un oído y una voz aptos para esa música que tarareo todos los días cuando nadie me escucha. No he sido agraciada con ese maravilloso don para exponerlo públicamente. Confieso que admiro de manera especial a quienes cantan, componen o tratan de tú  a tú algún instrumento musical; si no todo al mismo tiempo, que las aptitudes suelen ir encadenadas. Pero, como bien dice el refrán: "cantar bien o cantar mal, a todo se le llama cantar", y de no tener la osadía de  hacerlo siempre se puede escuchar, así que no tenemos disculpas para no disfrutar de ese maravilloso idioma universal que transforma ánimos, lima asperezas, revive recuerdos, endulza futuros y templa realidades. Por algo se dice que lo único que puede romper un buen silencio es la música o la poesía. Por otro lado, el gran Miguel de Cervantes, sabio como pocos, ya escribió hace mucho que "quien canta sus males espanta".


Hay un tiempo para nacer, un tiempo para llorar, un tiempo para reír, un tiempo para soñar y un tiempo para morir, pero el tiempo para la música cabe en todas nuestras circunstancias. En la emisora que más escucho hay un apartado dedicado a la banda sonora de personas famosas. Les cuesta decidirse por una melodía en particular porque cada etapa de nuestra vida, si no cada vivencia digna de recordar, suelen ir acompañadas de una canción. Esos días que te levantas sin ganas de nada pones la música a viva voz y los colores comienzan a aparecer. Malos y buenos momentos tienen unos acordes que los hace sublimes. Son esas notas que transforman lo cotidiano en eterno.

Personalmente encuentro tarea imposible decantarme por una canción. Empiezo a retroceder en el tiempo y en cada estación hay una melodía que me llega. Algunas de esas músicas me acercan a los primeros años con canciones de películas protagonizadas por los niños y niñas prodigio como las que soñábamos ser: Ana Belén, Rocío Dúrcal, Marisol... hasta el archiconocido disco de las payasos de la tele; cuando todavía existía una sola cadena. En regresión progresiva a la más alejada infancia donde aún quedan ecos de las canciones que tarareaba mi madre -por entonces se podía escuchar un cántico en cualquier balcón abierto-  me llegan ecos de "Volver", "Campanela" o "La bien pagá", por citar alguna de ellas. Los "paisanos " también arrancaban con alguna tonada aquellos veranos repartidos entre su trabajo en la mina  y la hierba seca en la aldea. No me falta el sonido grave de algunos de los que me acercaron a lo mas autóctono con "Arrea carreteru", "Voy comprate unes madreñes" "dime xilguerín parleru", o aquella que decía: "con el vino que queda en botella, beberemos de ella hasta concluir, por si acaso el día de mañana las tristes campanas repican por mi".  Con la dolescencia esperando tras la puerta me llegan acordes de canciones que escuchaba  en  el radiocasette  del 127 de mi padre; de ahí supongo mi apego a "Compañeru dame tira", de Nuberu , "Madre que ye lo que pasa con los hermanos mineros...",  "Carta de un minero a Manuel Llaneza" o las primeras de Víctor Manuel: "Paxarinos", "Atrás queda el pueblo", "La romería", "El Cobarde", etc...  Sin dejar a un lado las "protesta", de todos los lados del Atlántico; en conjunción directa con la antesala de nuestra democrática. "Libertad si ira" sería su representación más visible, aunque tengo cientos en mi haber.Luego, unas cuantas en el único inglés que nos atrevimos a chapucear quienes tuvimos una relación de incompatibilidad con ese idioma que llegó tarde a nuestras vidas: Pongo  "Yesterday" por ser la más versionada y escrita en el año que vio la luz mi generación. Pero hay una larga lista que dejo por si mis amig@s más conocedores de la música en otro idioma se animan ponerlas en al capítulo de comentarios y me ahorran tener que buscar su grafía correcta; ahí también tendrán cabida mis seguidores amantes del puro rock, donde tampoco estoy muy puesta.



Qué decir de la banda sonora de la adolescencia en pleno fulgor. "Mi libertad", de Miguel Bosé", "Si te vas", de Pecos, "Hoy tengo ganas de ti", de Miguel Gallardo; algunas de tantas que nos sabíamos de principio a fin. "Chiquitita", de Abba,  "En tu fiesta me colé", de Mecano "Maitechu mía", de Mocedades,"Juntos", con la que Palama San Basilio nos daba el consejo nada bueno de cruzar en rojo los semáforo y fumar un cigarrillo a medias, etc.... Pero las ya eternas en el repertorio de cada día estaban reservadas para los años de juventud; tal vez la etapa que más marque nuestra vida por  la intensidad de los momentos, los cambios en nuestra personalidad y la libertad que imprimía a nuestros universos ese periodo. Cómo olvidar "Al Alba" de Aute, "Hijo de la Luna", de Mecano, "Un vestido y un amor","Santa Lucía", de Miguel Ríos, "Querida Milagros" del último de la fila. "Voy camino Soria", de Gabinete Caligari y todo un repertorio de Serrat, Chavela, Mercedes Sosa Silvio Rodríguez, Ana Belén, Sabina, una vez más Víctor Manuel. Así podría tirarme toda la mañana con mis favoritos. Por cierto, la mayoría de ellos en el próximo concierto que el cantante asturiano ofrecerá en Oviedo el próximo septiembre. Para volverse al paraíso también con aquellos italianos de voz ronca, a los que era imposible no perdonar: "...lo siento mucho la vida es así...".


En otro apartado, las bandas sonoras de las películas que también van marcando nuestros ciclos: "Ghosts", "Oficial y Caballero", "El Guardaespaldas",  "Los miserables", "Cuando un hombres ama a una mujer" e infinidad de puntos suspensivos. Se estarán tirando de los pelos los amantes de la música clásica , pero mentiría si dijese que soy toda una entendida en ese apartado, donde sólo podría citar las más conocidas. Reconozco que es una de tantas asignaturas pendientes; y que no me acerco ni de lejos a esa cultural musical. De todos modos, cada vez este tipo de música de élite se está acercando al gran público. De hecho hay un libro que habla de la música clásica en vaqueros, como una puerta abierta al conocimiento de esas notas exquisitas.

Si tienes hijos que te actualicen en la modernidad, vas incorporando nuevas canciones a tu repertorio y serás conocedor de nuevas melodías que van desde el eterno romanticismo hasta las letras más atrevidas. Desde Melendi, para acabar en el más puro Rap, pasando por Amaia Montero y un sinfín de grupos de nombres imposibles, hay toda una gama de incorporaciones que habréis tenido el gusto de conocer, principalmente si viajáis con la música de vuestros retoños. Y así un viaje tras otro acabaréis tarareando cosas como: "...Y he plantao un jardín de la alegría, 
para hacer mas divertidos mis días 

"Y he soñao que dormía entre tus piernas, 

Y he dejao el sueño patas arribas.  

Y puse tus recuerdos a remojo 

y flotan porque el agua está salada, 

Salada porque brotan de mis ojos, 

Lágrimas desordenadas. 

No pienses que estoy loco 

por vivir a mi manera ...." 


Aunque el romanticismo vaya en decrescendo a medida con aumentan las crudas realidades, siempre vendrá a salvarnos un buen bolero. Como de algún modo hay que poner punto y final, de tener que elegir sí o sí una canción me quedaría con ese bolero; todo un brindis para mis pacientes lectores porque la música empieza donde acaba el lenguaje, una balada, que más que canción es un deseo: "Que el fin del mundo nos pille bailando...".