domingo, 14 de diciembre de 2014

Estado de la ilusión

Estimados amigos -se dice queridos Internautas, me corrige un nacido digital-:: Se me ocurre hoy escribiros una carta; justo cuando el efecto dominante de las nuevas tecnologías amenaza con la desaparición de la caligrafía y la correspondencia tradicional.  Es la nueva revolución de la información, y como todas las revoluciones, conlleva un plus de nostalgia y desconfianza. Pero el cambio de soporte en la comunicación no supone ninguna amenaza. Todo lo contrario: cómo si no fuera  por este nuevo invento podría llegaros mi carta a tan distintos lugares, al mismo tiempo y a tantos destinatarios. El verdadero peligro es la ausencia de cualquier tipo de relación. Tal vez los grafólogos lo tengan más difícil para analizar nuestra personalidad, pero en cada toque de teclado el buen observador también puede intuir muchas cosas.

El aire está húmedo y frío hoy por aquí. Esta circunstancia unida a otras cuantas hace que la melancolía se apodere de algunos domingos.Apenas hace nada que la Navidad llegaba a mi blog en forma de otra entrada previsible que decía algo así como "Comienza la cuenta atrás para el debe y el haber de nuestros propósitos cumplidos e incumplidos, el repertorio de los consabidos dichos y refranes (año nuevo vida nueva,  que haya salud, Nochebuena de amor...) y la casi obligada sensación de paz y felicidad, sin olvidar esos repentinos deseos de hacer un mundo mejor a los que normalmente sólo les importa su ombligo.".  Y de nuevo las luces de colores, los arbolitos de mil formas, las felicitaciones vía redes sociales y los consabidos manjares navideños han traído a este nuevo "advientu" los aires distintos que cambian durante unas semanas el decorado y los estados de ánimo de pueblos y ciudades.También el tiempo es el consabido, aún cuando en las cálidas tardes de agosto se nos antoje imposible que a las siete de hoy la noche ya habrá llegado.


Os escribo para contaros que sigo a vueltas con mis pequeñas filosofías sobre las pequeñas cosas y las eternas preguntas, con los consejos de quien ha vivido más y las advertencias de quienes están definitivamente de vuelta de todo: ¿Acaso desde bien temprano no nos enseñaron que la suerte es una mezcla de trabajo y oportunidad?. ¿No nos habían advertido de que los días hay que vivirlos plenamente, sin olvidar que a cada cosa su tiempo y un tiempo para cada cosa?. ¿No descubrimos más pronto que tarde que hay amigos de paso y amigos eternos?.¿Cuántas veces fuimos advertidos de que no debemos implorar el amor o la atención de quien no nos corresponde?.¿Y qué me decís de alejarse de aquellas personas tóxicas que nada bueno aportan a nuestra vida?.¿Recordáis el viejo refrán de que "después de burro muerto la cebada al rabo, como advertencia de la necesidad de cuidarnos cuando aún estamos a tiempo?. ¿Acaso no constatamos apenas tuvimos entendimiento que nada es eterno?. Y tal vez la enseñanza más importante de ignorar a quienes nos detestan, por pura salud física y mental y el consiguiente efecto rebote, más eficaz, con diferencia, que el odio o la rabia. Tampoco nos cae de sorpresa que un día la piel se marchita ,los huesos se rebelan y las canas nos recuerdan que Peter Pan sólo es un bello cuento. Asimismo nos entristece que todas las noches tampoco sean de bodas para nuestro poeta Sabina. Probablemente se recuperará para hacer una canción que deshaga el nudo.

Paradójicamente -qué sería de la vida sin incoherencias- todavía quedan ilusiones. ¿Cual es el estado de las vuestras?. De una encuesta hecha pública la pasada semana se desprende que, aún cuando la ilusión de los españoles ha bajado respecto a años anteriores, aún conserva buena salud ese estado un tanto ficticio pero tan necesario para vivir.  Entre las ilusiones de nuestros compatriotas entrevistados están las de viajar, un aumento de sueldo, comprar un buen coche, hacer deporte, un buen trabajo para los hijos... Hablando de hijos, un colaborador de la Ser contaba que un día frío y lluvioso de éstos, su pequeño le confesaba que su mayor ilusión sería comerse un helado.Ojalá todas fueran tan fáciles de alcanzar. 

Enfín, queridos y queridas todos, hoy me apetecía escribir una carta y os la envío con la confianza de que en ella encontréis algo de vosotros mismos. Será porque una lección, de las pocas bien aprendidas, me enseñó que uno debe hacer lo que crea conveniente sin pensar en juicios ajenos.

Me despido con un hasta luego esperando que esteis muy bien  de esperanzas y que me respondáis por la vía o la forma en que os sintáis más ilusionados.

Atentamente. Una ilusa.