viernes, 17 de abril de 2015

Para qué tanto explicar

Amigas:  Seguramente os habéis cruzado más de una vez con la típica persona que apenas te conoce de nada -pero qué memoria y manera de registrar datos ajenos-  y os perturba la mañana cuando pregunta incisivamente::"¿No has vuelto a trabajar desde aquel verano?. ¡Qué pena...!". Y vosotras, tras unos segundos de titubeo, le dáis las mil y una disculpas para que no piense que sóis poco más que parásitos sociales..

A muchas eso nos pasaba antes. Enfín, puede que en otro momento perdieras el tiempo contándole que, trabajar, trabajar...lo haces a diario; es más, no te has cogido unas vacaciones en tu puñetera vida. Que hasta el día más abstémico tienes que plantar batalla a la ropa sin lavar, a la que espera ser planchada, al menú diario, a los cristales que te delatan, a los problemas y actividades varios de tus prójimos más queridos, y hasta de los que quieres menos porque pecas de exceso de empatía, y así... Le explicarías también, si ya no estuvieses en esa edad en que te permites mandar a la porra por lo bajito a tantos y tantas, que siempre estás haciendo cosas, no necesariamente bien remuneradas, pero que requieren dedicación, esfuerzo y determinada aptitud. Que para ti no es ninguna pena no recibir una nómina mensual; tal vez solo una circunstancia; vital para muchos y muchas,desde luego.. Le contarías asimismo que cuando te cansas de vivir sabes utilizar el difícil arte de soñar despierta, y que hasta juegas a inventarte vidas algunas tardes en que la tuya no te convence mucho.Y, que a la vista de la actualidad, casi te atreverías a presidir el Fondo Monetario Internacional, con el aval de una ética que no tienen muchos de los grandes ejecutivos y ejecutivas. Por si fuera poco, le espetarías que no te aburres jamás.

¡Y que te haga esa pregunta con su correspondiente desafortunada reflexión  una mujer...!