miércoles, 11 de enero de 2012

Tiempo de regalos


"El mejor regalo que podemos darle a otra persona es nuestra atención íntegra" (Richard Moss)

"Compañera usted sabe que siempre puede contar conmigo...Si alguna vez la miro a los ojos y una veta de amor reconoce en los míos no alerte sus fusiles, ni piense qué delirio. A pesar de la veta, o tal vez porque existe, usted puede contar conmigo...si otras veces me encuentra huraño sin motivo no piense qué flojera, igual puede contar conmigo...". Estos versos de Benedetti escritos en una libreta -agasajo de un amigo- es para una de mis confidentes el detalle recibido más preciado. Por su parte, Ana cita un álbum de fotos digital con un paseo por las etapas de su vida como su mejor dádiva. "Con tal de que sea exclusivamente para mi uso personal , en el que no incluyo el doméstico, cualquier detallito es bien recibido", explica Ángela cuando hace balance del  mejor de sus regalos.

 Más o menos valiosos monetariamente, los presentes más estimados son aquellos que, de un modo u otro, desprenden conocimiento de los gustos, ilusiones o intereses de la persona a quien van dirigidos, al mismo tiempo que un deseo de hacer feliz al receptor del envoltorio.

Nela tiene en un lugar preferente de la lista de sus regalos un calendario que le regaló su hijo a la edad de tres años. La cartera de una conocida marca (aunque me imagino que la etiqueta será lo de menos) es uno de los objetos que María luce con más cariño; con ella  la recompensó su único hijo al cobrar el primer sueldo. Todo lo contrario de lo que opina del juego de sábanas con las que la  gratificó su mamá cuando en uno de los Reyes de su adolescencia se le ocurrió pedir que la sorprendieran.

 La bicicleta BH fue tal vez la sorpresa que más recordamos l@s que ya nadamos en las aguas de la cuarentena. Nos sentíamos volar con aquellos velocípedos con una variada gama de colores. Nuestros hijos reciben ahora obsequios que ya les sorprenden menos porque el acceso a los bienes materiales es más fácil cualquier día del año,  pero la imaginación pertenece a todas las épocas. De los adultos depende inculcarles que un regalo no es una exigencia, sino un acto de cariño con el que se pretende agradar.

Me consta que hay personas a las que les gusta enviarse ofrendas a sí mismas, y en el momento de desenvolverlas (hasta se lamentan de la cantidad de celo que ha utilizado el emisor) se creen que alguien especial se ha acordado de ellas. Es una opción tan válida como cualquiera; incluso como la de los que estamos dispuestos, al igual que la tonadillera, a regalar imposibles: "Tendrás la luna, me iré cualquier tarde a por ella... "

Un regalo que hoy me han hecho inesperada y sorprendentemente; sin un motivo aparente, me ha llevado a actualizar esta entrada. Muchas gracias de nuevo. Esto me reafirma en que el regalo de la felicidad pertenece a quien lo desenvuelve...





 



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Autor:
Berta
Fecha de creación:
17 octubre de 2011
Ciudad, país:
Oviedo, España
Categorías:
Personal