miércoles, 21 de marzo de 2018

Andrés, cartero y poeta

Andresón -así era conocido por los vecinos, no en tono insultante sino por su corpulencia- era el poeta oficial de la aldea, además de cartero de profesión. Se sabía de memoria cientos de poesías ajenas, y tenía otras tantas de su propia cosecha. En unos tiempos en los que Internet era un futurible, vamos, "obra del diablu", como dice la expresión autóctona, Andrés era el deseado transmisor de noticias entre amigos y familiares. Algunas de las cartas que repartía llegaban de muy lejos, pero también se recibían informaciones vía postal de los vecinos que vivían a golpe de voz; fundamentalmente las misivas de felicitación y las cartas de amor, disfrazadas, en su mayoría, con la metáfora de un poema. La imagen que pego a continuación, rescatada de la caja de latón, testigo de un tiempo del dulce a granel, de postales impresas y de instantáneas en sepia, es posible que llegara a su destinataria a través de la cartera que colgaba de su espalda el poeta inédito. Los que nacieron en Soto d’Agues antes de mediados del siglo pasado coinciden en recordar los versos favoritos del cartero Andrés: “En esti mundu traidor, ná ya verdá ni mentira; tó depende del color del cristal con que se mira”. Feliz #Díadelapoesía, tan denostada por muchos como necesaria para otros, al fin y al cabo: “¿quién no escribió un poema, huyendo de la soledad...?”, que escribió otro poeta. De tener que elegir, uno de mis versos preferidos empieza así: “Después de un tiempo...”