viernes, 4 de octubre de 2013

Suponiendo que...


“En mi vida he vivido grandes tragedias, algunas de las cuales las viví en realidad”

En mi tierra decimos, ante alguien que le interesa suponer para mal, porque tiene gana de conflicto, que faz como el que travesó un palu en el suelu, se sentó a esperar y pensó: "el que pise esti palu ta llamándoi hija puta a mi má". Sin ser tan exageradas como la de la anécdota, las suposiciones suelen resultaar un producto inexistente procedente de aquellas conjeturas que tienen mucho que ver con las inseguridades y los fracasos personales.  Son la consideración de que una cosa o idea es posible o probable sin estar completamente seguro de ella; aquello que se supone o se da por cierto sin una base real. Vamos, la osadía de la ignorancia, como las definiría Pérez Reverte.

Empiezas suponiendo y, en el mejor de los casos, te pasas una buena temporada mirando a alguien de soslayo y sintiéndote incómodo ante su presencia, si es que no te pasas años sin  la hablarle, por causa de esa sospecha iniciada en la presuposición de algo de lo que el otro no tiene ni la menor constancia. Casi siempre que supones, supones mal.

En las antípodas de las especulaciones está la comprobación de la realidad. De ahí que el mejor antídoto a la suposición sea este consejo: "No supongas , mejor pregunta. No supongas, mejor lee. No supongas, mejor actúa". En algo parecido está basado el tercer acuerdo Tolteca: "No hagas suposiciones". Muy válidas son algunas de las sugerencias del libro de Miguel Ruiz: "Producimos mucho veneno emocional haciendo suposiciones y tomándonoslas personalmente porque, por lo general, empezamos a chismorrear a partir de nuestras suposiciones. Como tenemos miedo de pedir una aclaración, hacemos suposiciones y creemos que son ciertas; después, las defendemos e intentamos que sea otro el que no tenga razón. Siempre es mejor preguntar que hacer una suposición, porque las suposiciones crean sufrimiento...Si los demás nos dicen algo, hacemos suposiciones, y si no nos dicen nada, también las hacemos para satisfacer nuestra necesidad de saber y reemplazar elanhelo de comunicarnos. Incluso si oímos algo y no lo entendemos, hacemos suposiciones sobre lo que significa, y después, creemos en ellas..."

Piensa mal y acertarás será la teoría que pudiera esgrimirse cuando a los expertos en suponer se les rebate su costumbre de andar en conjeturas, casi siempre tremendistas.y maliciosas. Son esas personas a las que el arte de la intriga les conviene. Gustan de suponer porque ello les da pie para adoptar determinadas actitudes contra alguien o contra algo, o construirse unos hechos a medida de sus sentimientos. Otros seres humanos quieren, a toda costa, creer en un sueño y, aún a sabiendas de que es una osadía viven navegando en él. Conozco a muchos ingenuos de este segundo grupo. que tienen suponeres del terreno de la ilusión, aunque suelan derivar en un batacazo.

En todo caso, de especualr algo,  supongamos como aquel que se definió como un pesimista al revés: "siempre estoy suponiendo que los demás están conspirando para hacerme feliz...". 

Que sigáis pasando un buena tarde, supongo...



Fotografía: Mujer pensando, o suponiendo... de Ulema Galeano