martes, 19 de marzo de 2013

Los padres que amamos...

"Alas para volar, raíces para volver y motivos para quedarse" (Dalai Lama)



Los vivo intramuros, me los cruzo por la acera conduciendo las sillitas, los trato en el parque, los escucho en el colegio, los observo en los centros comerciales, en la sala de pediatría, en las reuniones de Instituto, en los tiempos muertos de las actividades extraescolares, los sigo por las Redes... A pesar de que hay mucho camino por recorrer, existe una nueva y palpable conciencia en la paternidad actual. El concepto de padre ha dejado de ser algo preestablecido y se vive ahora por encima de conceptos trasnochados. La masculinidad actual tiene una idea más liberada del rol femenino. Por ello, los destinos de padres e hijos se forja desde puntos de vista más cercanos y con vivencias más naturales.


Un hombre no deja de serlo por más que haga suyas tareas educacionales y experiencias que, hasta hace cuatro días, salvo raras excepciones, eran propias del género femenino. Actitudes más igualitarias en la crianza y educación de la prole no impiden, sino que ayuda, a dejar a nuestros hijos la mejor y más costosa de las herencias: la de una mente equilibrada y fortalecida; junto un carácter firme, a la vez que benévolo. Me gustó mucho una frase publicitaria que dice "Build a worl where your children are stronger than you ever were" (Construir un mundo donde los niños son más fuertes de lo que nunca fuiste). Ser fuerte sin perder la ternura, que matizó con anterioridad Ernesto Ché Guevara. 

Es en esas edades más tiernas cuando la paternidad se disfruta de una manera especial. Lo niños aún ven a su padre como un ser perfecto. Se cobijan en su cuerpo buscando recovecos donde refugiarse. No exigen nada. Aún no han empezado a irse. Más adelante llegará la etapa de cuestionar la figura del progenitor, para tiempo después reconocer que aquel a quien juzgaron daba mejores consejos de lo que pensaban  Ley de vida. Sin olvidar que "Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve a uno pianista..."

Hoy sólo un pequeño esbozo de los nuevos senderos por los que transitan los padres de la sangre de nuestra sangre. Los nuestros, hijos de una herencia con un esquema masculino totalmente diferente al actual, más lejano de la ternura y las entrañas de la trastienda de la vida en el hogar, han hecho lo que han podido. Si  embargo, un cordón invisible ha conseguido que, cultura y educación aparte, nuestros sentimientos hacia ellos sean de  admiración y cariño, en la mayoría de los casos. Porque lo importante no es quien haya sido nuestro padre, sino quien ha sido para nosotros. Por lo demás, siempre seremos niños mientras tengamos un padre a quien acudir. Por eso la importancia de ese abrazo, esa conversación o esa compañía mientras estemos a tiempo.

El mío, que nos dejó para siempre una mañana de Septiembre, en la que salió un arcoiris que parecía decir en su nombre que la vida seguía de muchos colores y con recuerdos inmortales, siempre me aconsejó la importancia de estudiar mucho, para enfrentarse al mundo con buenas armas. Sin haber sido conocedor de la  declaración de Obama, la hubiese suscrito sin cambiar una coma: "Les contaré a mis hijas que hubo un tiempo en el que nadie preguntaba a una niña qué quería ser de mayor porque todo el mundo sabía la respuesta. Pero entonces las mujeres se levantaron y cambiaron la respuesta".

Y, para enlazar con la actualidad más avergonzante, desde los medios de comunicación nos llegan ecos de esos otros padres que sufren por ver a sus niños y niñas con las carencias más básicas sin cubrir. Son los que huyen de la guerra, de las persecuciones políticas y de la miseria. Desafían por ello la alambrada más amenazante, las aguas más turbulentas y las fronteras más intransigentes. ¿Qué no harían nuestros padres y los de nuestros hijos en su situación?.