miércoles, 29 de febrero de 2012

Mientras haya primavera


"Nada levanta más el ánimo apagado que el madrugador aroma del rocío en una rosa..."                                                                


Allí donde las montañas se muestran tan cercanas todavía existe el prometedor olor a primavera.En los prados que rodean el lugar donde nací las margaritas silvestres y las flores de "pan y quesu" (prímulas) renacen tempranas. La vida huele a tierra fresca, a naturaleza  en  ebullición ,aliada a la luna nueva que nunca falta a su cita en este tiempo de siembras.

Esa misma luna es la que le anuncia a mi amiga Isolina la llegada de los oricios, preludio de su particular primavera. Cuando acude al "pedreru" en busca del olor y el sabor de esas delicias del mar, sabe que ha llegado la temporada de los días luminosos. "Son las flores que todos los años le pongo a mi madre", asegura en su blog (Con espíritu crítico).


Como en todos los rincones del hemisferio Norte, el sol llega de otra manera anunciando la promesa de días más largos, cielos más azules y noches más tibias.Cuando la tierra estrena ese manto nuevo parecen renovarse las esperanzas de otras primaveras, aletargadas en las almas de muchos seres humanos. A costa de diversas alergias y  algunas abstemias, la mayoría de las personas firmaríamos por el barato placer de un paseo al cobijo de esta esencia de la vida.

Es en este entretiempo el momento de renacer las ilusiones por abrir ventanas, ventilar armarios, revisar deterioros y patear el mundo; llámese la senda más próxima o el país más lejano. Para los materialistas, algunos a la fuerza, la llegada de soles más duraderos supone un ahorro considerable en sus energías domésticas, confirmándose el dicho de que "el buen tiempo es la capa del pobre". Hasta el cuidado personal requiere más de nuestra atención en esta época, en forma de cualquier categoría estética: vestuario, dieta, peluquería ,masajes, gimnasia, cremas o todas al mismo tiempo. "Es tiempo de poner el escote al sol y curtir las extremidades", dice una de mis incondicionales.

A pesar de que siguen siendo mis preferidos los vientos cálidos del otoño, reconozco que las mañanas luminosas y los atardeceres tardíos seducen nuestro ánimo, aletargado después de días cortos y noches frías. Se le alegra a uno el espíritu ante esos rayos salvadores y la vida de puertas afuera nos atraae de nuevo. Sin olvidar que siempre habrá para quien sea primavera en invierno y viceversa porque los estados de ánimo personales no van en absoluto correlativos a las cuatro estaciones.

Es sabido que el paisaje que comienza a dibujarse lleno de vida ante nuestros ojos no se ve con el mismo prisma desde las dieciocho primaveras  de algunos que después de las ochenta vividas de otros, pero también para estos últimos el poema de Machado sigue siendo un canto a sus esperanzas: "A un olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de marzo algunas hojas nuevas le han salido... Mi corazón espera también , hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera".


Imagen: Prímulas en Ribota (Asturias), de Noelia Torre Roza.
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martes, 21 de febrero de 2012

Lo que guarda tu nombre

 "No olvidemos que hay personas a las que nadie llama y cuyo nombre nadie conoce ni le importa..."


 Cuando algunos de mis conocidos supieron que llamaría a mi hijo mayor Ernesto me hicieron llegar opiniones de las más variadas, y sin término medio.  Para una mayoría era demasiado serio, muy de mayor o muy antiguo. Vamos, que no les gustaba. Por su parte, cuando el protagonista llegó a los primeros años de escuela, me reprochaba no haberle bautizado como a algún futbolista famoso; hasta que, por fin, encontramos uno en ese gremio. Ahora ya nadie se lo imagina con otro nombre. Nunca me he arrepentido de haberle puesto las mismas letras que llevaba el de ese abuelo que tanto lo quiso. Un nombre que también fue el del Ché, el médico revolucionario que escribió cosas tan bonitas como que "hay que endurecerse sin perder la ternura". Con Ernesto firmaba también el escritor norteamericano que nos hablaba del Viejo y el Mar: "Lo que más le gustaba eran las hojas amarillas en los álamos flotando sobre el cauce de los ríos. Y por encima de las colinas, el azul intenso del cielo sin viento. Ahora él será parte de todo eso".

Si nos ponemos a reflexionar, ningún nombre nos suena igual, aún cuando sea semejante a otro. Podremos conocer a cien Anas y, al evocar su apelativo, las tres letras de ese alias se tornan en alma y nos sonará totalmente diferente en cada uno de los casos..

¿El nombre lo hace la persona o viceversa?. ¿Por qué ponemos a nuestros hijos un nombre determinado y no cualquier otro?. ¿Eligiríamos el distintivo que nos asignaron en la imposible opción de escogerlo?. Una vez interiorizado el apodo de cualquiera de nuestros prójimos ya nos resultará imposible imaginárnoslos con otro diferente.

Me gustan los nombres autóctonos y de fácil pronunciación, pero sobretodo que tengan algún sentido: un recuerdo, una canción, un paisaje , un amigo, una persona admirada, una fecha, un amor. Enfín, palabras que no sean impuestas por simple moda. Sea cual sea la grafía que nos hayan destinado, acabará teniendo unas connotaciones tan particulares que a nuestros mentores les resultará todo lo atractiva que le pueda resultar nuestra personalidad.

"Vuela esta canción para ti Lucía; la más grande historia de amor que tuve y tendré..."."Hace tiempo que sueño con ella. Sólo sé que se llama Noelia..." "Penélope, con su bolso de piel marrón, y sus zapatos de tacón...", ".María, María, María... hoy sólo nos queda el recuerdo y el murmullo del viento diciendo: ¿te acuerdas María?". "Soledad vive como otra cualquiera en la aldea donde naciera. Lava, cose, llora y ríe, ay mi Soledad...".  "Te recuerdo Amanda. La calle mojada corriendo a la fábrica donde trabaja Manuel. La sonrisa ancha, la lluvia en el pelo.No importaba nada ibas a encontrarte con él...". "Gloria, faltas en el aire, falta tu presencia, cálida inocencia. Faltas en mi boca que sin querer te nombra...". "Te vas Alfonsina con tu soledad, qué poemas viejos fuiste a buscar...". Son algunas de los cientos de canciones que, se han escrito con nombres propios, fundamentalmente de mujeres. Sin olvidar a Mario y María, de Macano, cuyo amor no pudo ser porque jamás pudieron encontrarse: cuando él llegaba de trabajar, ella salía por la puerta.


 "Hay distintivos imposibles  de escribir, y más aún de pronunciar; pero cuando se les unen sus correspondientes apellidos entonces la mezcla ya es explosiva", afirma una profesora de primaria, que cita a Shizuca Rodríguez Rodríguez y a Hiroshi González Fernández  como algunos de los ejemplos que la traen por la calle de la amargura. "Todos ellos de padres y madres más españoles que yo; si fueran de otras tierras la cosa estaría más que justificada. Con la de nombres que hay del país, podrían evitarse muchas dudas a la hora de repetirlos",  añade la tutora de unas veinte preciosas criaturas, algunos de cuyos nombres tiene que interiorizar con profundidad para no errar.

 Antes de conocer la denominación de alguien, tendemos a asignarle nuestra propia etiqueta. "Este tiene pinta de llamarse Álvaro", pensamos al relacionarlo por su aspecto con otro conocido de similares características. En casos minoritarios, hay nombres que tenemos que encajarlos con cuña en la persona que los habita. La combinación de esas letras en tal ser humano se nos antoja descordinada, aunque salvo las que atenten contra la dignidad, todas serán respetables. Asimismo puede suceder que una mañana cualquiera conozcamos a un individuo con el seudónimo más horrible para nuestro gusto, y tras mirarle cuatro segundos a los ojos, se convierta en el vocativo más deseado.

Para gustos hay colores, y la melodía del nombre que cada cual presenta sonará según la canción que cada interlocutor quiera escuchar. Siempre guarda un cierto misterio el encaje que cada persona tiene en su apelativo Y sea cual sea el calificativo que con la mejor de la intenciones nos eligan, nuestra será la responsabilidad de darle su verdadero sentido.

Por último, están esos íntimos apodos para los que siempre estaremos continuando la canción de Serrat: "Tu nombre me sabe a hierba de la que nace en el valle a golpes de sol y de agua. Tu nombre me lleva atado en el pliego de tu talle y en el bies de tu enagua..."












sábado, 18 de febrero de 2012

Un martes de Carnaval...



"Llevamos siempre una máscara cada vez diferente, que cambia en cada papel que nos asigna la vida, la del profesor, del amante, del intelectual, del mundo engañado, del héroe, del hermano afectuoso..." 


Aunque la canción dice que "las niñas ya no quieren ser princesas...", el de hija de rey sigue siendo el disfraz más demandado en épocas de carnaval. No obstante, a buen seguro que en esta edición alguno reptirá con la "infanta imputada". Por su parte, los chicos continúan deseando convertirse en los héroes de leyenda. Podríamos decir que los sueños de romanticismo y aventura confluyen todavía a partes iguales en las fantasías infantiles.También entre los adultos es normal el gusto por mutarse esporádicamente en  personalidades tan imposibles como extremas a nuestro habitual modo de vida. Pero como el carnaval va pegado a la vida, a la actualidad y muy especialmente a los dictados de la televisión, los disfraces de cocineros y cocineras han sido la novedad en esta nueva edición carnavalesca.  Desde que Chicote llegó a nuestras vidas,  ser chef de cocina ya va parejo a los sueñosde emular a las estrellas del cine y la canción.

Escuchaba un día de estos por la radio que, a pesar de que los disfraces de más valor son los artesanales y originales, también es cierto que hay algunas obras de arte que a los niños pequeños les resultan muy incómodas de llevar. Además, les molesta tener que ir dando continuamente explicaciones de su atuendo, la mayoría de las veces difícil de adivinar.: "Voy disfrazado de caramelo de chocolate, un M&M´S, sí ese que le regaló Obama a Rajoy".


Las celebraciones de carnaval, que coinciden con la primera luna nueva de Febrero, se remontan a unos 5000 años, cuando se festejaba la proximidad de la primavera y se rendían honores al Dios Baco. Durante la Edad Media , la Iglesia católica se apropió de la ceremonia pagana, instaurándola como un festejo para satisfacer las necesidades de la carne, y con la misión de compensar los ayunos y abstinencias que habrían de venir los próximos cuarenta días.

 De todos es sabido que quienes obstentaban los mayores privilegios tenían sus cauces para saltarse el sacrificio.Casualmente el cura de una parroquia pequeñita recordaba ayer en su "trasnochado" sermón que los feligreses no debían comer productos cárnicos ni los viernes ni en Cuaresma, haciendo hincapié en que cuando decía carne se refería tanto al alimento como a la relacionada con los "contactos" entre parejas. Recordó el párroco, no obstante, que cuanto mayor donativo a la Iglesia, más difuminada quedaría la culpa. La sonrisa irónica de muchos y muchas al salir de la iglesia  me llevó a  intuir sus pensamientos.

Los Martes de Carnaval de mi infancia comenzaban a primera hora de la mañana. Las niñas de la escuela nos vestíamos de gitanillas.-una falda de vuelo en la que nuestra madre nos cosía lazos y flores hechas con papeles de colores era el fondo de armario más recurrido-. Recorríamos el pueblo cantando lo de  "...un martes de carnaval de gitana me vestí y en un gran salón de baile a mi novio pretendí. Gitanilla, gitanilla dame la buena ventura... cásate con la morena no te cases con la rubia....Yo me caso con la rubia, aunque sea un desgraciado y me dejo la morena, aunque sea afortunado...". Luego venía el chocolate con churros y el regalo a la  maestra quien, al menos ese día, se nos mostraba como una persona menos temida. Por su parte, los chicos -de aquella todavía estábamos separados por razón de sexo- le regalaban un cotizado gallo al profesor, persona no menos autoritaria que nuestra tutora, y a tiempo paralelo también tenían su peculiar ceremonia carnavalesca. Sobrescobio sigue celebrando su particular carnaval, pero la modernidad ha llegado a todos sus rincones, aunque siempre hay algo de esencia en cada lugar que atraviesa el paso de los días.

Tan diferente ahora todo a aquellos primeros años de la década de los 70, la esencia del "Antroxu", como también se le llama en Asturias a la mascarada, sigue destilando la misma pasión entre los entusiastas del intercambio pasajero de personajes y personalidades

Pero...en esta primera luna nueva del frío Febrero, como en todas las lunas, "¿qué máscara nos ponemos o qué máscara nos queda cuando estamos en soledad, cuando creemos que nadie nos observa, nos controla, nos escucha, nos exige, nos suplica, nos intima, nos ataca?". Ernesto Sábato.


















martes, 14 de febrero de 2012

¿Qué dice de ti la foto del perfil...?

"Una fisonomía si no es una puerta secreta, es al menos un vestíbulo de entrada. Se la construye y decora para los ojos del visitante..." Kobo Abe

.Desde que me pasé toda una tarde dudando sobre qué apariencia poner en uno de mis perfiles, pensé que sería interesante reflexionar sobre los motivos que nos llevan a mostrarnos de un modo u otro en esa primera carta de presentación a nuestros amigos y conocidos virtuales. Pero todo está escrito. Se pueden encontrar un buen número de artículos y análisis sicológicos del porqué de cada uno de esos identificadores. Al parecer, la foto de la orla en la red dice de nosotros mucho más de lo que podemos imaginar: cómo somos , cómo queremos que piensen que somos, cuáles son nuestros gustos, las aficiones por las que nos decantamos, nuestra situación sentimental, laboral, personal, etc...

No hay duda de que a una mayoría nos preocupa la impresión que podamos causar al prójimo y queremos exponer al mundo la mejor de nuestras personalidades, cuando no nuestros tesoros más valiosos; llámense logos de empresa, hijos, pareja, libros, utensilios varios, flores, casas, paisajes, animalitos o la propia silueta. Cabe también la posibilidad de tener entre nuestras amistades a quien le importe un bledo la opinión ajena, y añaden la primera imagen que cae entre sus manos, sin reparar apenas si el pelo lo tienen "recién levantado" o se les ha caído la mermelada del desayuno en la camisa.A ellos no les hacen mella estas palabras del Quijote: "No andes, Sancho, desceñido y flojo, que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmalazado". Sin olvidar tampoco a los internautas que, al igual que en su vida cotidiana, intentan pasar como de puntillas. Les solemos encontrar en la lejanía de un paisaje, pasando desapercibidos en un grupo de amigos, en una foto de su infancia, tras el rostro de algún ídolo, en algún dibujo poco comprometido, o entre un manojo de margaritas silvestres.

Afirmaba el conde y poeta Giacomo Leopardi  que "las personas no son ridículas si no cuando quieren parecer lo que no son". Sin embargo otro poeta, Heine, también decía que "bien mirado, todos nos ocultamos, completamente desnudos, en los vestidos que usamos". Gracias o por culpa de nuestra figuración en la izquierda de la pantalla podemos ser añadidos o rechazados por algún juez de apariencias. Algo parecido debió de pensar el autor de uno de los monólogos del  Club de la Comedia. En él se recita cómo una atractiva mujer, ya en la cuarentena, acepta como amiga a una antigua compañera de colegio: "El día que llegó a mi ordenador su solicitud de amistad -aunque dicho sea de paso cuando íbamos juntas a estudiar me miraba por encima del hombro y ni me saludaba- a través de su foto de perfil la encontré gorda, con un marido a juego con su imagen descuidada, tres hijos con pinta de no ser nada educados e intuí en el fondo del retrato un coche de marca blanca. Agregada".

Indecisa como soy, continuaré cambiando mis imágenes en este mundo de ondas electromagnéticas, tan cercano como abstracto; al igual que me ocurre con los muebles y los adornos de mi casa. Mi afición por "variar" el decorado ha hecho preguntarse en más de una ocasión a mi marido si no se habrá equivocado de piso cuando llega al anochecer.

En definitiva, a quien primero tiene que gustar ese símbolo de bienvenida a nuestra casa virtual es a nosotros mismos. Si en él vemos algo o alguien que nos agrada, entonces será perfecto.De lo contrario, siempre quedará la posibilidad de actualizarlo; paralelamente al cambio de nuestras prioridades y nuestras circunstancias vitales. En todo caso "si fingimos lo que somos , seamos lo que fingimos ", como apuntaba Calderón de la Barca.

Fotografía: Lo que podría ser el perfil de una deesas mujeres precursoras de nuestras libertades actuales. Aquel día se pusieron por primera vez pantalones a escondidas y se hicieron esta foto para inmortalizar el momento de rebeldía. Segunda por la derecha (sentada) Bárbara, mi madre.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Palabras para Emy



"La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado"
(
Gabriel García Márquez)









Muchas veces sueño que aún andas por aquí. Será porque los rincones que todavía siguen en pie me llevan inevitablemente a la memoria de nuestras aventuras infantiles, de nuestra adolescencia y de las primeras vivencias de juventud. Esas etapas de nuestras vidas pusieron un sello inolvidable a las memorias comunes paseando por los caminos de Soto y Agues, y por los senderos de esos montes que rodean nuestro pueblín, en los que tanto nos gustaba aventurarnos. "Mañana vamos a subir  a Picu Cuitu, el próximu sábado a Feleches, pa el mes que vien a Prieya y en Semana santa vamos llegar hasta Llaímu", solíamos programar para nuestros itinerarios de excursiones juveniles.

Tengo presentes de forma especial los años cargados de ilusiones, primeros amores y proyectos futuros de aquella crédula juventud, cuando los rasgos de cada personalidad comenzaban a definirse. La tuya era segura e imaginativa, pero al mismo tiempo ingenua y confiada, algo así como tu piel blanca -que te empeñabas en oscurecer con cada rayo de sol- y tus ojos claros, que contrastaban con una forma de ser directa y contundente.

Por los datos que tengo habías logrado muchos de los sueños que poblaban tu imaginación cuando siendo niñas jugábamos a que éramos aquellas mujeres perfectas  que nos seducían desde las revistas juveniles que tanto nos gustaba leer. No hay nadie perfecto te diría ahora, ni siquiera ellas, sólo personas que intentan volver del revés los contratiempos para retomar la vida y las que no son capaces de lograrlo. En la televisión de tu casa del corredor azul vimos los primeros programas del novedoso aparato, embelesadas con los Chiripitifláuticos, Crónicas de un Pueblo y el Un, Dos, Tres. Fuiste nuestra pionera con los Lois, los entrañables discos de Cecilia, Los Pecos y Miguel Bosé.  Muchas veces me sorprendo ahora mirando de reojo la ventana de tu habitación  en la que todavía me parece percibir las notas de aquella balada tantas veces escuchada en tu "deseado" tocadiscos (...libertad mi sola amiga cuando era un inocente y pensaba que la gente era toda amiga mía. Mi libertad...). Eras también quien nos acercaba a los aires urbanos que traías de la capital cuando los fines de semana nos encontrábamos en aquel banco de piedra que aún sigue en pie, donde comenzábamos a formar la pandilla de adolescentes que buscaban rincones alejados de las otras generaciones que nos vigilaban de cerca .

De la psicóloga y la mujer en la que te convertiste han hablado ya quienes compartieron tu presente más cercano. Los que te apreciábamos nos sentimos orgullosos de los numerosos elogios póstumos hacia tu vida personal y profesional. ¡Cuántas palabras de aprecio y admiración quedan por decir a quienes amamos!.

Paseabas cogida del brazo de tu madre la última vez que nos vimos; un soleado día de las fiestas del Carmen. El orgullo  y el amor que esta mujer menuda y afable reflejaba en su cara corre proporcional ahora al terrible sufrimiento que le provoca tu ausencia. Parecías feliz y el mágico color rojizo que saca la puesta de sol a la peña Cuyargayos para nada hacía presagiar el trágico final; que marcó un antes y un después en mi percepción de la violencia de género. Se te veía guapa con aquella melena rubia aún juvenil, tu pantalón blanco y tu camisa rosada.

De la mejor forma que sé te rindo mi sentido homenaje. A él  me han conducido los testimonios fieles que aún conservo de épocas irrepetibles: las cartas que me enviabas desde tu internado en  Oviedo y algunas fotos de instantes atrapados en el tiempo; así como las anécdotas compartidas con las amigas comunes, que en estos días de duelo nos reconforta rememorar.


Al final, tu príncipe fue tu verdugo, pero me quedo con tu añoranza en alguno de esos lugares exóticos a los que tanto te gustaba viajar,  descubriendo Xanas por las aguas cristalinas del paraíso fantasioso de nuestros primeros años o, tal vez, en las notas de aquella guitarra de la que también fuiste nuestra precursora. Ahora miro de reojo la ventana de tu habitación, pintada de rosa chicle, y me parece que el tiempo sigue ahí detenido. A modo de oración repito una popular frase de Esplendor en la hierba, aquella  película que a ti te encantaba: "aunque ya nada pueda devolver la hora de esplendor en la hierba y de la gloria en las flores, no hay que afligirse, porque la belleza pervive siempre en el recuerdo". Hasta siempre, Amiga, "qué dulce y qué sencilla esa palabra suena hoy", que dice la canción.


martes, 7 de febrero de 2012

Los que se fueron con su historia en una maleta...



Y me voy sin haber recibido mi legado, sin haber habitado mi casa, sin haber cultivado mi huerto, sin haber sentido el beso de la siembra y de la luz..." (León Felipe Camino)


"Güela vete a preparame el café pa tomalu antes de marchar", le dijo Oscar el de Lola a la abuela Estefanía, con la que vivía en una humilde casina en la quintana de San Antonio.
Aquella misma mañana, el joven partiría como emigrante para La Argentina.
Cuando la mujer llegó a la sala con el tazón de porcelana, a punto de "fender" por el uso y la escasez, Oscar ya no estaba.
"¡Ay mio nenu del alma ya nun te veo más!", cuentan que dijo entre lágrimas, sin poder despegar sus manos, castigadas por el frío y el trabajo en el campo, del cuenco humeante.
Y así fue, no se volvieron a ver. Por eso el nieto evitó la más triste de sus despedidas.
Hoy, en mi "Cuéntame cuentos antiguos", una vivencia que encoge el corazón en esta mañana de Advientu. Como la de tantos que se fueron en busca de una vida más próspera, aunque no para todos fue mejor... La historia se repite todos los días, en muchas partes del mundo.

La historia de todos ellos -incluso la de quienes cumplieron la mayoría de sus sueños- comenzó con una maleta cargada a partes iguales de esperanzas, tristezas, ilusiones e incertidumbres. Algunos regresaron en cuanto su situación económica o la etapa política de su país se lo permitió. Otros volvieron ya con la frente marchita, después de toda una vida alejados de sus raíces; en algún caso se encontraron con unas violetas silvestres secas sobre la tumba de sus padres. La casa tantas veces soñada apareció ante sus ojos con las ventanas rotas y más chiquita de lo que se imaginaban. Asimismo los descendientes de muchos cumplieron el deseo imposible de sus padres o abuelos cuando al fin pisaron la tierra que vio nacer a sus antepasados.

Fueron aquellos que buscando hacer fortuna emigraron a tierras a las que sólo se podía llegar cruzando el Océano. Los que se quedaron a menor distancia -en el continente europeo- tuvieron que pagar el precio de un idioma diferente y una cultura en las antípodas de la suya.

A pocas familias dejó indiferentes el fenómeno de la emigración española, que en la época de la  Posguerra alcanzó cifras irrepetibles. La mía -fundamentalmente la paterna- y mi pequeño pueblo entre montañas también fueron pasto de muchas ausencias. Y aún cuando la Tierra Prometida no fue igual de paradisíaca para todos, la sensación de desarraigo continúa en muchos de los de su estirpe. Españoles en su país de acogida y extranjeros cuando vuelven al valle donde sus padres dejaron la juventud intentando arrancarles algo de hambre y miseria. En ocasiones parece palparse su estigma de hombres y mujeres sin patria, como un sello inherente a su condición de inmigrantes. Los más afortunados disfrutan o disfrutaron de su merecida jubilación -tal vez nunca sepamos del todo hasta que punto sufrieron injusticias, desprecios y duros trabajos- a caballo entre las orillas de sus primeros ríos y las de sus posteriores mares.

Me produce particular ternura la viril tosquedad de esos jóvenes que veo retratados en las fotografías en sepia, perdidos en grandes ciudades, a las que llegaban con una maleta de cartón y el único traje que había en el domicilio paterno; primorosamente planchado por una madre que quizás no volvieran a ver. Será por ello que identifico su pasado con la emotiva canción del labrador en la ciudad: "... Tu raída chaqueta tiene grandes bolsillos y allí escondes las manos de reciente albañil. Manos que eran el vaso cuando siendo chiquillo te bebías el agua del arroyo infantil..."

Sus hijos, nietos o bisnietos con nacionalidades incluso diferentes a las de sus descendientes más directos son ahora ciudadanos del mundo. Poliglotas de lenguas y culturas que tratan de sacar el mejor partido a un destino que tiene sus orígenes en la emigración de sus antepasados, obligados únicamente por la necesidad de sobrevivir. Por fortuna, las distancias no son ya las mismas y la situación tecnológica,  económica y cultural facilita que la melancolía de la distancia se vea amortiguada con la posibilidad de encuentros más frecuentes, ya sean reales o virtuales.

Pasado el tiempo el fenómeno migratorio tuvo su inversa. Nos devolvieron la visita. Hay quien, de memoria frágil, los tomó cuando menos como un estorbo, si no como una invasión. Siempre trato de ponerme en el lugar de los que emprenden el largo viaje, y comprender sus aspiraciones a una vida mejor en la que puedan respirar con dignidad. Aunque las circunstancias hayan cambiado, el trauma originado por la ruptura con el cordón umbilical sigue teniendo las mismas características, así como las piedras que se encuentran en el camino.

Especialmente Internet está facilitando reencuentros y conocimientos entre quienes se fueron y se han quedado. Como nadie disfrutan emigrantes y descendientes de las fotografías y noticias de cuantas novedades se producen en sus lugares de procedencia, a pesar de que les parece que la nieve ya no cae como en sus tiempos de escuela y pizarrín. Son esas personas por las que corre algo de nuestra sangre las que más idealizan una tierra que, desde la distancia, aún se la imaginan más perfecta y unos recuerdos que, a fuerza de atraparlos, les hablan de tiempos entrañables. La parte negativa de su historia -que también es preciso no olvidar- queda difuminada por el amor a lo que un día dejaron. Inmigrantes del desaliento que alguna vez pudieron recitar:..."Hoy encontré todas las ventanas rotas y vuelvo a ser un recién llegado más. Todo ha cambiado y yo no me encuentro. Y es que es verdad que el tiempo no me espera. Hoy aquí solo soy un extranjero más. Todo ha cambiado y yo no me encuentro..."


Imagen: Estatua de Tocón (Granada) dedicada al emigrante





















miércoles, 1 de febrero de 2012

¿Qué has soñado hoy?



"En la vida humana sólo unos pocos sueños se cumplen, la gran mayoría de ellos se roncan..." Jardiel Poncela



Me disponía a repasar los apuntes de mi último examen de Bachiller, pero las palabras se me antojaban imposibles de distinguir. Los folios cada vez etaban más desordenados y los dedos se volvían torpes a la hora de marcar el número de teléfono que suponía la solución a mis problemas. Una adulta en un mundo de adolescentes en el que todo se presentaba caótico. Sólo había sido un sueño, pero esta pesadilla se me repite muy frecuentemente, aunque los escenarios sean distintos .


"Recuerde todas las veces que ha conducido por la autopista sin aparentemente prestarle ninguna atención. De pronto mira a la carretera y comprende que alguien ha estado ejerciendo el juicio y el control; al instante sabe que ese alguien es usted. El sueño opera de una manera similar. Habitualmente, no es consciente de su control; pero, evidentemente, sólo usted es el autor de sus sueños, incluyendo en eso hasta las palabras exactas pronunciadas por los personajes del sueño, hasta el último ladrillo de la casa que aparece en ellos y el número preciso de pétalos de una flor en el jardín de su sueño. Comprender este hecho es como darse cuenta de pronto de que está conduciendo el coche; dicho de otro modo, despertar dentro del sueño requiere un cambio sutil de la atención, para que aprenda a ser más consciente de lo que está haciendo."
Keith Harary y Pamela Weintraub: Sueños lúcidos en 30 días

Existen sueños comunes y universales; muchos de ellos ya aparecen en las Antiguas Escrituras. Se agrupan en cinco categorías: sueños lúcidos, pesadillas, sueños recurrentes, proféticos y de salud. Volar, caerse bruscamente sin llegar a concluir el golpe, visitar lugares donde nunca hemos estado  o ver gente desconocida que luego encontramos en la vida real -el famoso déjà vu-, vivir en una casa que nada tiene que ver con la nuestra, no poder pisar ni un sólo centímetro en el que no haya una serpiente, intentar zafarse de las imantadas garras de un gato, no poder correr porque nuestras piernas son de plomo aún cuando nos persiga el más enfurecido enemigo, enredarse los pies en los pedales durante la conducción, et... Todos estos disparates forman parte de esa la larga lista de alucinaciones compartidas entre las que también se incluye quedarse sin dientes y muelas,  la enfermedad ó muerte de un ser querido, un encuentro con personas que ya se han ido, viajes en el tiempo, desahogos verbales con gentes que nos hieren en la vida real, que se te pierdan tus hijos, o -en elcaso de las féminas- que te quedes embarazada en el "esplendor" de la menopausia. Luego están aquellas fantasías más privadas que forman parte del sagrado derecho a la intimidad.

A pesar de que hay multitud de estudios que interpretan cada visión de una manera generalizada, la lectura personal únicamente podremos hacerla cada uno de nosotros. Al fin y al cabo esas divagaciones no son más que el reflejo de nuestros deseos más íntimos, de nuestros miedos y angustias; junto con la mezcla de cientos de esperanzas e inseguridades. Soñar es un simulacro fantasioso de la vida real y cada cual sacará la conclusión propia del boulevar de las fantasías, en su mayoría nocturnas. Una frase muy ilustrativa de Wilian Shaskespeare dice que "estamos hechos del tejido de nuestros sueños".

En el apartado de las pesadillas hay una que se le repite a miles de personas.Yo la tengo, de cuando en cuando, desde la infancia. Tras quedarme dormida me invade la sensación de que un gran peso que me aterra se posa sobre mi cuerpo. El fenómeno me impide abrir los ojos, aún cuando me considero despierta. Se me vuelve imposible la capacidad de moverme o hablar. Aún no creyendo en temas paranormales, casi palpo cuando consigo reaccionar un acontecimiento sobrenatural. Nada de eso. En el momento que se conoce la explicación científica de esa vivencia los miedos a dormir en soledad desaparecen. Es un "estado hipnológico" entre el sueño y la vigilia. Produce una inmovilidad y una serie de alucinaciones que impiden chillar, hablar y moverse; además de agitar notablemente el corazón, llegando a provocar el pánico. Si se es consciente de lo que está pasando, uno puede tranquilizarse y despertar relajado. No sé si será casualidad, pero desde que tuve acceso a esa información no he vuelto a vivir esos desagradables episodios.

Los niños son las víctimas más apropiadas para los terrores nocturnos. Con su aplastante lógica preguntan qué han de hacer para no tener "sueños hoguibles". Conducirles a que piensen en cosas agradables (un cuento alegre, un lugar en el que les encante estar, una película graciosa, una compañía divertida...) hará más fácil su inmersión en el paraíso de  los sueños felices. No siempre se consigue porque hay una etapa de la niñez que corre pareja a esas narcosis inevitables, pero se pueden mitigar. También los pequeños son los protagonistas de las fantasías más increíbles. Antonio, que como casi todos los niños de seis años de mayor quiere ser Súper-Héroe, se pegó no hace mucho un buen porrazo por vivir c on excesiva realidad su aventura soñadora."Pensé que era un súper héroe  y estaba rescatando a mi pinsesa  (princesa) Marta", exclamó todavía cabeza abajo en el borde de su cama.

Sigmun Freud, que entendía mucho de este asunto, aseguraba que la interpretación de las fantasías oníricas es la vía regia hacia el conocimiento del inconsciente. Soñemos pues. Y, a ser posible, con visiones felices. Sin olvidar nunca que la vigilia del día que nos espera no es un simulacro. Ahí  fuera no siempre tendremos la oportunidad de la mobiola que nos ofrecen las ensoñaciones del confortable edredón, aunque "si bueno es vivir, todavía es mejor soñar y, lo mejor de todo, despertar..." que decía Antonio Machado.

Imagen: Cuadro de los tres relojes, de Salvador Dalí.


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Autor:
Berta
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17 octubre de 2011
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Venturas y desventuras de una mujer de taitantos