martes, 11 de febrero de 2014

Flores silvestres para Juan

"Amar no es solamente querer, es sobre todo comprender" Francoise Sagan


Cada 14 de Febrero le llevaba un ramo de las primeras flores silvestres que anunciaban la primavera. Ningún año faltó Guadalupe a la tumba que se adivinaba bajo las ortigas, tras la tapia del cementerio, justo a la izquierda del lado más soleado.

Dos matrimonios y algunos otros amores no consiguieron que olvidara a quien el resto del mundo ignoró bajo aquellas piedras que fueron el último refugio de Xuan; su gran amor secreto, víctima de las injusticias de la posguerra y de la mentalidad de la propia familia de Lupe. La sangre de su sangre nunca hubiera entendido aquel enamoramiento por el soñador de pelo largo que cabó su propia tumba el día que se le ocurrió decir a viva voz en la plaza del pueblo dos o tres frases revolucionarias. Con el paso de la historia, se fue demostrando que aquellas exclamaciones formaban parte de la más pura justicia social.

Treinta días después de haber cumplido los ochenta  y cinco, cuando su largo cabello -magistralmente disimulado en un moño inimitable- era todo blanco y de sus enormes ojos sólo quedaba aquel brillo mágico con que la naturaleza obsequia a determinadas personas, comprendió que se puede amar de muchas formas. Al acariciar el trozo de papel de aquel libro viejo, que siempre llevaba en el bolso de su chaqueta de color indeterminado de tantas lavaduras, recordó en alto el final del poema que Juan le había entregado un día antes de que fuese fusilado. Había conseguido leerlo veinte años atrás, cuando cumplió la promesa de aprender a leer. Se lo debía a su amor prohibido,  aquel cuyos labios tan solo llegó a rozar un atardecer de abril, en el mismo instante que supo que sería la última primavera que volvería a respirar aquel aire inconfundible que les mecía cuando caminaban juntos. Pero hubiese jurado por sus tres hijos que el aroma a jabón de lavanda al que olía Xuan se renovaba todos los amaneceres en el papel sepia y gastado:

"Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado"  (Francisco de Quevedo)