martes, 4 de noviembre de 2025

La bata de percal

“Las batas de las abuelas toman la pasarela en un homenaje a la tradición. En tiempos de prisa e individualismo, Miuccia Prada ha querido lanzar un claro mensaje en apoyo a la vida lenta y de comunidad…”. Justo la mañana en la que la me dispuse a reeditar mi columna sobre algo que escribí hace un tiempo sobre este tema, me entero de la muerte de Irene, amiga de mi madre desde la infancia( también con historias comunes de batas de percal. Desde más de nueve décadas compartieron todas las pasarelas de su vida. La última las pilló paseando por los caminos de Soto de Agues, “cada cual con so igual”, decían, mientras apañaban castañes o ablanes por alguna orilla, cuando no paliquinos secos p’atizar. “Tamos acostumbraes desde nenes a nun venir pa casa con les manes vacíes y nun lo podemos remediar”, nos decían cuando las regañábamos, porque podían hacerse daño en esas recogidas. En los recientes veranos solían encontrarse sentadas en algún banquín de la aldea, saboreando el helado al que Héctor les invitaba. Fue escuchándolas en una de sus conversaciones, cuando anoté la historia de Benjamina y su bata de percal. “Aquella muyer estuvo unos años en Soto porque el su hombre trabayaba en les obres de la Fontona”. Y así fue cómo me enteré de que Benjamina apenas tendría veinte años y una sola bata de flores para vestirse durante todo el año. Por  la semana la ponía por el revés y los domingos "al dereches". Cuando ya estaba muy sucia, esperaba a que cayese la noche. Se ponía encima algún trapo que la tapase, y se dirigía a la fuente a lavar su gastado vestido. “¡Qué probes éramos d’aquella”, exclamaban. “Yo recuérdola con una potina colorá, y un alambre amarrau pa que nun se basculase el caldu, llevando-i la comida al su hombre”, explica una de las que por entonces era nena. Finalizo estas líneas pensando en que Irene -lo primero que fago na más abrir el periódicu ye leer lo que escribiste, me decía-, ya no verá estas líneas. No obstante, al igual que tantas personas que ya no están, seguirá formando parte de nuestra memoria, como las eternas batas de percal.