lunes, 4 de marzo de 2024

Arropar

Según la RAE, arropar significa guarecer del frío. Dependiendo del momento de la vida, éste puede ser uno de los términos más sanadores del diccionario.

Con la puesta en práctica  de una palabra, nadie puede quitarte la tristeza, devolverte una pérdida esencial o acompañarte en los momentos más crudos de tu soledad. Pero palpar la convicción de que hay personas que están ahí para ti, es un bálsamo que aminora la sensación de desamparo.
Nos arropaban nuestros padres cuando, de pequeños, nos íbamos a dormir. Nos acomodaban nuestras mantas para que el frío no se colase por ninguna rendija de nuestra cama y para que las pesadillas no pudiesen entrar en nuestros sueños.
Ya de mayores, podemos constatar que también puede arropar una amistad, el afecto de unos vecinos, el amor de la familia, el aprecio de algunos conocidos. Te agarras a quien te arropa como al hierro ardiendo ante la amenaza de un precipicio.
También arropan los recuerdos. Te aferras a ellos como el único salvavidas para que no desaparezca  su esencia, su protección, su huella, su imprescindible existencia. Los piensas, los palpas, los miras, esperando que el alma de sus objetos, de sus palabras, de los momentos compartidos... sea la muleta para seguir adelante.
No creo en la resurrección, pero sí en las energías que nos dejan las personas que pasan por nuestra vida; en la capacidad que tiene el amor y la bondad de quien has querido tanto y te ha querido en la misma medida.
Enero ha sido especialmente frío este año en nuestra casa, a pesar de tantos días de sol. Febrero no aminoró nuestra gélida sensación. Estoy segura de que la primavera que asoma entre las flores de "pan y quesu" tampoco será la misma.
Sin embargo, cuando la angustia parece ahogarte, alguien pica a tu puerta, suena el teléfono, te llega un mensaje, te hablan de sentimientos, de momentos alegres, de instantes imborrables vividos, de "cumpliré la promesa de cuidaros que un día me pidió".  Es cuando la soledad aminora, el frío se hace más llevadero, el desconsuelo se calma y la claridad se vislumbra entre los nublados del corazón.
Te arropan. 

jueves, 1 de febrero de 2024

Amaneceres

Contemplo hoy el amanecer desde las amplias cristaleras del HUCA, una atalaya bien ubicada, si ese privilegio no llevase implícito el alto precio de la enfermedad de un ser querido. La mayor gravedad corre por aquí paralela a las mejores panorámicas del edificio.

Los primeros transeúntes van aumentando por las avenidas cercanas, a medida que va desapareciendo la oscuridad. Algunos pasean con sus mascotas, otros van y vienen en dirección a las dependencias hospitalarias. Los coches ya poblan las rotondas,  Sus ocupantes acudirán a su lugar de trabajo, a la universidad, al colegio, al médico... Enfín, camino de un nuevo día, que les ofrecerá la posibilidad de un buen comienzo, también con la incertidumbre de los mil reveses del destino. Puede que desde las emisoras de radio les lleguen las noticias madrugadoras de  un mundo que cada día sorprende para mal. Pero también habrá Informaciones que hablen de esas personas que trabajan por hacer la realidad mejor.
Es posible que en algunos de esos vehículos que alcanzo a divisar o en cualquier estancia que da a las ventanas de luces encendidas, alguien esté escuchando el apartado de la cadena radiofónica que lleva el nombre de esta columna . Asimismo,  será casi cierto que las tragedias, las alegrías y las esperanzas se entremezclen en cada habitáculo, en cada micro universo que presiento, al tiempo que en las cocinas o en los establecimientos hosteleros más madrugadores alguien tome su primer café; lo que me lleva a recordar, en esta alborada que hoy se me presenta más gris de lo que yo, optimista "emporfiá", acostumbro a ver la vida, una frase de La Colmena: "Los clientes de los cafés son gentes que creen que las cosas pasan porque sí, que no merece la pena poner remedio a nada".
Al fondo del todo, los picos nevados que me recuerdan que, tras ellos, nuestro pueblín coyán entre montañas nos espera. Porque, como dice la canción: "Un nuevo día brillará", aunque mis días y mis amaneceres ya nunca serán los mismos. Hoy mi vida parece haberse detenido, envuelta en la pena de la ausencia, sintiendo que las madrugadas solo estarán ahora donde tú estés.
 

miércoles, 3 de enero de 2024

¿Cómo se envuelve una esperanza?

Me costó decantarme por un tema para la columna de este mes. De hecho, creo que hice una mezcla con algunos de ellos, aprovechando que estamos en época de caldos con ingredientes variados, de popurrí de villancicos navideños y de regalos multicolores.


Es tiempo de obsequios y, más o menos valiosos monetariamente, los presentes más estimados son aquellos que, de un modo u otro, desprenden conocimiento de los gustos, esperanzas o intereses de la persona a quien van dirigidos; al mismo tiempo que un deseo de hacer feliz al receptor.

Nela tiene en un lugar preferente de la lista de sus regalos un calendario que le regaló su pequeña a la edad de cuatro años. La cartera de una conocida marca es uno de los objetos que María luce con más cariño; con ella  la recompensó su único hijo al cobrar el primer sueldo. Todo lo contrario de lo que opina del juego de sábanas con las que la gratificó su mamá cuando en uno de los Reyes de su adolescencia se le ocurrió pedir que la sorprendieran.
Me consta que hay personas que acostumbran a enviarse ofrendas a sí mismas, y en el momento de desenvolver se convencen de que alguien especial se ha acordado de ellas. Es una opción tan válida como cualquiera; incluso como la de las que están dispuestas, al igual que la tonadillera, a regalar imposibles: "Tendrás la luna, me iré cualquier tarde a por ella... "
En algunas circunstancias de la vida y principalmente a medida que pasa el tiempo, el regalo de la salud es el bien más preciado, el mejor golpe de lotería o el presente Real más cotizado, en este tiempo de agasajos.
Por ello, esa salud, envuelta por los profesionales de la ciencia y la medicina, por nuestros gestores políticos, por las palabras y los hechos en forma de apoyo de quienes nos aprecian, no se puede comparar ni con el diamante más valioso. En su misma escala, está la Paz
Lo material va perdiendo valor a medida que aumentan los daños y los años, y un día cualquiera, entendemos lo importante que es lo imposible envolver; por ejemplo una esperanza.

Fotografía tomada de TPA, el día que grabaron a los niños y niñas de Soto (pura esperanza), para el programa Pueblos.

 

domingo, 10 de diciembre de 2023

Postales desde Sobrescobio



La tercera edición de "Una bola de Navidá p'ol envíu d'una postal", ya está en marcha en Sobrescobio.

La iniciativa municipal de entregar una esfera navideña, con firma coyana, está siendo muy bien acogida por los vecinos y vecinas del concejo, desde sus inicios, por lo que este mes d' Advientu se volverá a incentivar el envío de postales a cambio del adorno navideño.
El objetivo de esta actividad no es otro que fomentar el envío de cartas, vía postal, ya que estamos tan sumergidos en la tecnología, que a penas escribimos misivas de nuestro puño y letra.
Las viejas cajas de latón que aún conservamos por algunos cajones, están repletas de antiguas postales, mezcladas entre las fotografías en blanco y negro de tiempos pasados. Al abrir la oxidada tapa, nos reencontramos con los mismos afanes de salud y paz; escritos con perfectas caligrafías. "Sobrescobiu, 22 de diciembre, de 1954. Amigu José: Feliz Naviá", reza una de ellas. Y al tiempo de releerla, nos llegan aromas de otras Navidades, con más estrecheces para la mayoría, pero igual de entrañables.
Por otro lado, la alegría que produce recibir una carta de una persona que se ha tomado la molestia de escribirnos, nos devuelve una emoción ya casi olvidada, producida por el hecho de que alguien se haya acordado de nosotros.
También el envío de un mensaje a través del cartero resulta un ejercicio didáctico, ya que, especialmente los nacidos digitales, a penas han pegado un sello o puesto el remite y el destinatario en un sobre, por lo que es una forma de no olvidar las antiguas formas de comunicación, que tenían el encanto de lo escrito a fuego más lento, como los platos cocinados en las antiguas cocinas de leña y carbón.
Por lo demás, alguna postalina, pintada por manos infantiles, llegará desde Sobrescobio a otros lugares de Asturias, a otras comunidades, a otros países, a otros continentes, a la puerta de algún vecino o familiar más cercanos... y, tal vez, algunas de ellas, a quienes leéis estas líneas. Ojalá que los buenos deseos que inundan estas cartas se os cumplan a todos.  

domingo, 5 de noviembre de 2023

Ese cuarto oscuro: el miedo



Decía Marie Curie que "a nada en la vida se le debe temer, sólo se le debe comprender".
Como frase de superación está muy bien. Sin embargo, el miedo es una percepción tan primaria como difícil de vencer.
Cuando era nena y llegaba noviembre, no sé si por las ancestrales historias de ultratumba  escuchadas al calor de la vieja chimenea o por el ambiente propicio que este mes conlleva, con sus días de difuntos, la llegada del frío, sus tardes oscuras y sus noches tan largas, este mes me producía un miedo especial. Además, el día 1, emitían Don Juan Tenorio. Aquel cementerio que salía en las imágenes, con estatuas fantasmales y amores gélidos, me infundían tanta angustia, que me pasaba las noches tapada hasta la cabeza.
Me río ahora de los miedos de mi infancia. Lo que hoy temo es la pérdida, la violencia, la enfermedad, la falta de humanidad, la intolerancia, el olvido, los malos giros del destino...
También se puede hacer del miedo una fiesta. De ahí las celebraciones de la víspera de Todos los Santos, prohibidas en un periodo de nuestra historia, como Samaín. En la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre se celebraba el final de la temporada de cosechas y era considerada como el «Año Nuevo Celta».
Muchas veces, basta con plantarle cara a nuestros temores, para se esfumen. Durante la Posguerra, una mujer recorría a media noche un camino que separaba su casa del lugar de trabajo. En una de esas caminatas, observó algo blanquecino que saltaba la tapia del cementerio. "Si me adentro a ver qué ye lo que se mueve, ye posible que muerra de mieu. Si no lo fago, nun me atreveré jamás a pasar por aquí", pensó. Cuando cruzó la puerta de hierro, descubrió a una famila que estaba "tomando prestada" la hierba que crecía en el lugar. El objeto blanco no era más que una sábana para envolver el pasto.
En palabras de Jevel Kilcher "las cosas a las que usted les tiene miedo son invencibles, no por su naturaleza, sino por la forma en que usted las ve".

 


martes, 5 de septiembre de 2023

Él volvió en un barco...

El amor fue el causante de que no regresara a Cuba, tras la visita a su aldea natal de Soto d’Agues. Por eso, alrededor de sus cuarenta años, tuvo que olvidarse de su trabajo entre libros, plumas y papel, y “uncir” de nuevo para retomar el trabajo en el campo. Nada complicado para él por aquello de que “lo bien aprendío nunca se olvida”.

No obstante, sus mejores horas llegaban al atardecer, finalizadas las tareas en los praos y atendidos los animales. Era entonces cuando se ponía los anteojos y comenzaba a leer hasta cerca del amanecer. En su mesita de noche, aún perdura alguno de los periódicos de entonces. Era un hombre menudo y correcto en el trato. Hablaba más "fino", por culpa de sus muchos años en La Habana.  Eso, junto con sus modales suaves, le costó alguna burla, por no ser lo que se esperaba del perfil de un hombretón. Pero un día demostró que el arrojo era otra cosa:
Era la época en la que la Guardia Cuvil representaba el miedo y la represión. Una sobremesa, estaban en el chigre de Soto unos cuantos paisanos -las mujeres todavía no hacían acto de presencia por esos lugares- y entró una pareja de tricornios. Todos se levantaron -respetuosos y atemorizados-, menos él.

- ¿Por qué no se levanta usted?, le dijeron los del uniforme verde aceituna.
-Porque el que debe el primer saludo es el que llega, contestó alzando la vista por encima de los espejuelos, y deteniendo la lectura de la prensa del día.
Como la respuesta era complicada, los recién llegados cambiaron la mirada y la orden hacia el mostrador. Sin tomar represalia alguna contra quien les desarmó.
- Dos copas de Veterano, prosiguieron.
Desde entonces, quienes dudaban de sus agallas, ya se lo pensaban más a la hora de llamarle por el diminutivo de Celedonín.
De él aún guardo algunos periódicos, la mesilla en la que los colocaba, sus gafas con poderes y mi segundo apellido.
A ver si va a ser verdad que la valentía no está en las bravuconadas, sino en las armas de la bondad y la educación. 

martes, 1 de agosto de 2023

Rinconinos de mi aldea


 



Ganó  el premio municipal al "Rincón más guapu de Sobrescobio", allá por 2015. Pero La Llera, en Soto d'Agues, ye más que un recodo.
Desde tiempos inmemoriales, en los días de más calor, vecinos de les quintanes próximes a La Llera, se juntaban en el sucu que separaba el cruce de caminos y congregaba el encuentro de aires frescos. Con un sábanu, a modo de cojín, se acomodaban con algún quehacer entre sus manos para conversar y observar las tareas en las que se afanaban otros vecinos. "Fulanito ya aborbutó el Prau la Puente". "Menganito tovía nun acabó de cargar el carru en Castru".
Ahora, los quehaceres son diferentes. Tampoco hay sucu. En su lugar, una barandilla separa el punto de encuentro con el paseo de La Carraa, otro recorrido con matices de bosque encantado, que comunica con la nueva senda, paralela a la carretera Rioseco-Soto d'Agues.
Asimismo, las personas que frecuentamos el lugar buscando la fresca, ya no llevamos sacos para sentarnos. Pervive una castañar que guarda la magia de lo desaparecido y, a su sombra, Ana, colocó unos acogedores banquinos, que son los culpables de que sigamos acudiendo a pasar largos ratos las tardes de temperatures altes, y algunos momentos robaos a les mañanes, mientras esperamos el pan, cuecen les fabes o termina el programa de la lavadora.
También en esti rinconín coyán florecen, en la actualidad, margarites, girasoles, roses y hotensies. El caso es que alguien continúe sembrando la vida por estos lugares tan atopaízos, bajo cuyos cielos se cuenten histories, se consuelen penes, se ríe a carcajadas, se da una nueva oportunidad a los trastos viejos o se saluda a otros vecinos coyanes, y algunos foráneos, que disfrutan del nuevo paseo.
En septiembre, la castañar comenzará a vestirse de otoño y la savia de las plantas descenderá, para que el frío no dañe sus raíces.
Pero, aunque oculta, seguirá latente la vida. Como las vivencias superpuestas que van habitando ese lugar.
Porque, como escribe Mar Violeta. "... más que nada, soy esta infancia absoluta que atraviesa toda mi vida: mi ingenuidad, mi valentía, mi risa y mis lágrimas..." Y porque la mayoría de mis recuerdos de rapacina transcurren por esos caminos, me atrevo a asegurar que, si existe la magia, también reside ahí.