jueves, 9 de octubre de 2014

Con aroma a mandarina


Fuera soplaba un viento cálido y suave, el mismo que tanto me gusta en cada Otoño. En nuestra cocina ya se respiraba el aroma de las primeras mandarinas. Apenas pude centrarme en la tortilla de patata que preparaba para cenar porque los síntomas anunciaban que llegarías pronto. No había seguido en vano los consejos del ginecólogo de subir y bajar escaleras los últimos días para que el parto no se demorase. Todo más recogido que de costumbre a esas horas, en mi habitación esperaba la bolsa azul con las cosas más necesarias; para el segundo ya has tenido tiempo de aprender que hay muchos enseres inútiles en el ajuar del bebé. Recuerdo que en la tele nos llegaban noticias lejanas del terremoto de Cachemira y otros vientos más huracanados. Tu hermano te reservaba la pulserita de moda de entonces y alguno de sus juguetes que la preadolescencia- que amenzazaba con llegar para quedarse- le impedía ya utilizar. Mientras el agua de la ducha recorría mi cuerpo pensaba en cómo serías, así como en el devenir de un parto que , no por ser conocido, me impresionaba menos. Todo lo contrario. Pero los miedos eran proporcionales a las ilusiones. De ahí que haya dolores más llevaderos a pesar de que estén en lo más alto de la escala.


Tampoco pude evitar mirar de reojo en el espejo, mientras me colocaba aquella camiseta amplia de margaritas blancas, azules y amarillas,  mi cuerpo a punto de reventar  y pensar en que si esos taitantos que se avecinaban responderían para cumplir con la nueva tarea que se me avecinaba; al mismo tiempo que cruzaba los dedos para que en breve cupiera en aquellos vaqueros cuya talla marca el límite de mi peso corporal y de la cual juré un día no pasar. Confieso que me animaron muchos los comentarios de la Quintana, que aquel mediodía hablaba de su segunda maternidad tardía. Con las correspondientes distancias circunstanciales, la esencia de la maternidad es común y aquellas palabras de aliento para tomar decisiones importantes sin mirar excesivamente el calendario, he de reconocer que sirvieron.

También para ese octubre estaba previsto que naciera la futura reina de España. Tres semanas después, mientras te echaba la crema hidratante tras el baño mañanero, escuché que se llamaría Leonor. Tiene cara de princesita -pero qué hijo no tiene ese grado en el reino de su hogar- y su destino, a fecha de hoy, sigue escrito en el mismo sentido, aunque no tan asegurado porque la opinión de que los reinados por voluntad divina ya no compaginan con las ideas de progreso e igualdad van en aumento. En la música Juanes tenía nostalgia de los Días de verano, Melendi caminaba por la vida sin pausa, pero sin prisa y Madonna nos aseguraba estar harta (Hund UP), al menos a través de su melodía más escuchada aquel otoño.

Por votación popular gobernaba el quinto Presidente de nuestra transición. Fue la época en que se llevaron a cabo reformas sociales de gran calado, como la legalización del matrimonio homosexual, la Ley de la Dependencia, el proceso de paz con ETA y la ley anti-tabaco. Luego, vendría la crisis, a la que todos los de tu generación no seríais ajenos porque ahí seguimos, y muchos avances sociales se quedaron en el camino;o al menos ese fue el pretexto. Intento contarte las cosas, ahora que ya puedes comprender, de la forma más justa y objetiva posible. Pero hay cuestiones que no admiten medias tintas. Tú, como es natural, haces que me escuchas, pero la atención se desvía más hacia los juegos de la Xbox. Sin embargo, procuro tener muy en cuenta eso de que los niños parecen que no te escuchan, pero te observan continuamente.

Era la madrugada del domingo y las calles que nos separan del hospital materno-infantil estaban casi vacías. En la radio del coche Carlos Baute nos regalaba su orden, su desorden, su horizonte, su  filosofía y su memoria, y yo pensé que también sería el mejor regalo para hacerte a ti.

De buena se libraron mis amigos y seguidores de las redes sociales -al menos en mi caso todavía no había había experimentado las mieles de esa adicción- porque seguramente les hubiera contado los dolores anteriores y posteriores al parto y las circunstancias anexas. Hoy solo unas líneas para recordar que los astros estaban bien alineados y la experiencia fue nuevamente irrepetible; nada particular con respecto al resto de padres, pero con ese sello único y particular.

En este tiempo me ha dado tiempo a convertirme, entre otras novedades, en una  Madre In-Perfecta, una bloguera de pequeñas cosas, y en una aprendiz de política a pequeña escala. Tal vez me aventuré en esta última experiencia, ahora que lo de los políticos está tan minusvalorado, porque me gusta desmitificar generalizaciones. Como "el tiempu pasa como una rescamplía", como decía ese abuelo que te contemplaba tantas veces exclamando "¡qué güeyos!", me adentré en la cincuentena sin tener claro aún casi nada, y con ese acopio de despistes que siempre arrastré, tal vez como pretexto para mis defectos. Tú, ya has tenido tiempo a hacerme preguntas; algunas de las cuáles no sé contestar porque forman parte de las incoherencias humanas, por lo que espero darte buenas herramientas para que sepas resolverlas mejor que yo.  Pero lo que sí puedo asegurar sin equivocarme es que has traído muchas cosas buenas a  mi mundo; un micro-universo mucho más complicado de lo que se adivina a simple vista.

Por otro lado, la música sigue templando ánimos a través de las ondas. Víctor Manuel canta de nuevo para nosotros esta canción tan bonita, o tal vez sólo suena en mi cabeza... Nada nuevo bajo el Sol.. ¡Felicidades!