martes, 25 de febrero de 2014

Como te veo me vi, como me ves...

"El tiempo me ha enseñado a mirar. A veces, me ha enseñado a callar" (Fito Páez)

Observaba esta mañana en la televisión al Presidente de Facebook, también ahora de washapp, y me parecía demasiado joven y listo para tan importante cargo. "Va a ser que tú ya tienes una edad", me decía mi voz interior, del mismo modo que me percato de que los médicos y médicas, pongo por caso, que me encuentro por hospitales y demás centros sanitarios no es que tengan pocos años, sino que los míos van aumentando. Lo que viene a confirmar que cuando se tienen veinte años la vejez y todos sus efectos colaterales se nos antojan tan lejanos que nos parece imposible vernos en esa texitura. El pretérito imperfecto de los sueños está por escribir y nos consolamos pensando, como escribió Giovanni Papini, que este presente nos es más que un prefacio de la bella novela del porvenir, pero a medida que pasan las décadas las perspectiva va cambiando. De ahí el poema de Benedetti:

"...ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros
ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra"

 Paralelamente al paso de los años vamos planteándonos cuestiones que eran inimaginables en la etapas de niñez y primera juventud, en las que en muy pocas ocasiones ves el mundo como algo con caducidad. El día que aparece la primera cana, o aquel en el que algunas arrugas de la cara ya son apreciables al tacto de tu mano en esas noches de insomnio que se hace más frecuentes según se van cumpliendo inviernos, comienzas a fijarte un poco más en esos viejecitos que cruzan, vulnerables, los pasos de peatones -otros dos se nos colaron ayer mismo en el turno de citas sanitarias con "ingenua" inocencia-, haces más tuya cualquier ausencia  provocada por la muerte, y te planteas la posibilidad de verte así un día. Empiezas a comprender porqué tu abuelo siempre decía que fuese como fuese el cuento siempre acababa mal, incluso ves más clara la parte de razón de quien cree que la vida, en su mayoría, es un valle de lágrimas, o un asco según la versión más pesimistas. Menos mal que todos no lloramos al mismo tiempo porque, según palabras de mi antigua vecina "no habría río que llevase tantas lágrimas".

El caso es que recuerdo muchas veces la frase de una señora entrada en su tiempo de descuento que le dijo a un niño que la llamó vieja¨"como te veo me vi,  como me ves te verás". Para no estropearos en exceso la jornada, y apoyar la teoría de que siempre es importante tener algo por lo que luchar, aún cuando nuestras pieles no sean las mismas, os pego una esperanzadoras palabras que escribía María Teresa Álvarez en su muro de Facebook: "abrazar un ideal hace que te sientas joven". Y a los eternamente jóvenes y agradecidos del vivir esa hermosa canción de Mercedes Sosa:

 "Gracias a la vida que me ha dado tanto 
Me ha dado el sonido y el abecedario 
Con él las palabras que pienso y declaro 
Madre, amigo, hermano y luz alumbrando, 
La ruta del alma del que estoy amando..."


Todo esto por haberme detenido en la figura del flamante jefe de washapp y su "exótica" esposa: Jóvenes, ricos, guapos y famosos... Desconozco su actitud ante la vida y los problemas de sus semejantes. De ser solidaria, rozarían la perfección.