
A los naturales y
los que queremos a Bueres, no nos haría
falta ninguna ayuda para llegar a él, pero para alguien que no haya tenido la suerte de
conocernos, le diríamos que el lugar de Bueres, está situado en el concejo de
Caso, a 8 Km .
de la capital, El Campo, por la carretera C-254 que comunica con Infiesto, en
la cabecera alta del valle de Orlé, a 680 m de altitud, y cuatro kilómetros antes de la Collada Arnicio.
No tratamos de que estas líneas sean un tratado riguroso sobre
nuestro pueblo, mas bien una recopilación de pequeñas (ó grandes) historias que acontecieron
precisamente aquí, entre estas casas que nos acompañan, y que las gentes de
ahora y las que nos precedieron, fueron dando forma para ser lo que ahora
tenemos, y formaron el núcleo rural de Bueres en las que desarrollaron sus
vidas .

A su vez, el
Piqueru y el Busllar, dos montañas impresionantes, pero que se dejan subir
fácilmente para regalar las mejores vistas de Caso en un paraje incomparable de
hermosura. Como dos gigantes protectores son mudos testigos de la vida de sus
tres hijos preferidos: Bueres, Nieves y Gobezanes, la Tercia de Bueres, nuestra
tercia.
El
pueblo atesora una larga historia de la que solo tenemos datos con alguna
trascendencia desde el siglo XIV, gracias al minucioso trabajo de Angel Bueres y su hermana,Blanca, donde encontraron
en los archivos de Simancas
(
Valladolid), vinculados con pleitos de hidalguía, la relación de los vecinos
que lo componían, en gran parte hidalgos, lo cual nos confirma el origen realengo (no dependiente de ningún
señor) de nuestros antepasados. El nombre primitivo que se mantuvo hasta
principios del pasado siglo, y que figura en todos los documentos consultados,
siempre se refiere a “Buyeres”, perdiendo posteriormente la “y” quedando en el nombre actual de Bueres. Al
parecer, su origen pudiera derivar de boarius,
palabra latina que significa “relativo a bueyes” ó campo donde se llevaban los bueyes. De momento lo dejaremos así.
Casi
con seguridad, su fundación partiera de bastantes años atrás, bien como
asentamiento permanente de un núcleo estable de población, o como lugar de
majada de verano, donde los pueblos situados en el valle, caso de Tanes o El
Campu; incluso Orlé, que si sabemos más antiguos, subieran sus ganados. De esta
forma tendría que ver algo su primitivo nombre. Eso indicaría que aquí era un lugar de pastos, lo que ahora llamaríamos
una majada. Lo seguro es que Bueres, por su situación estratégica, en la ruta
de los caminos mas importantes que articulaban el trafico de gentes y ganados a
través del camín real de Casu, y la otra vía que a, través de Ovia, enlazaba
con los valles de Espinaredo, en Piloña, antes de la construcción en 1885 de la
carretera a Infiesto, siempre gozó de
gran preponderancia. Este hecho repercutió en la prosperidad de sus vecinos, con
criados ó pecheros para desarrollar los
trabajos más pesados, privilegio que les
permitía su status de nobles. También estaban exentos de la incorporación a las
levas militares, lo que es ahora “la mili”, y que si tenia que servir el pueblo
llano, con el consiguiente trastorno en las precarias economías de muchas de
las casas de entonces, que sin ser pobres como otros lugares de Caso, si tenían
ciertas carencias, cosa normal en aquellos tiempos, aunque algunos escritos de
la época, nos hablan de que la base de la alimentación de los campesinos
asturianos era “un grosero pan de maíz ó escanda”. Asimismo, el doctor Casal,
que profundizó en la forma de vida del campesinado, nos habla de una
alimentación carencial, sin carnes y pescados y aún sin trigo, ni gota de vino”, reducidos
al débil sustento de leche, castañas, alguna legumbre, algo de manteca y fruta. La pobre alimentación de tan reducido
régimen alimenticio fue una de las bases del lamentable estado sanitario de
nuestros campesinos, y de la propagación de enfermedades carenciales, como la pelagra
ó “mal de la rosa”. Sin embargo, aunque estos hechos pudieran darse en algunas
zonas de nuestro concejo más aisladas, creemos que en la tercia de Bueres sus
gentes tuvieron acceso a productos muchas veces traídos de Infiesto o de la
marina que traficaban por todos estos pueblos con la consiguiente mejora para
el nivel de vida de sus vecinos.
Por
otra parte, una de las actividades por la que destacaba, era la dedicada a la
arriería, profesión que desarrollaron muchos de sus habitantes, que
principalmente con recuas de mulas y carros de bueyes se dedicaban al acarreo y
comercio de especies que intercambiaban con las parroquias de los pueblos y
concejos limítrofes, llegándose también con frecuencia a la vecina “Castilla”
por Tarna, donde cargaban harina, vino, paños y legumbres, que por la parte
asturiana eran bienes muy apreciados.
Hoy,
como gran parte de nuestros pueblos, la caída demográfica ha hecho mella en sus
vecinos, cada vez más escasos. Nos queda un bar, La Portiella , y una
parrilla-restaurante, que permanece cerrada, por no encontrar quien la atienda.
Si tenemos, sin embargo, dos instalaciones de turismo rural que atraen a
gran número de visitantes, atraídos por la belleza de nuestro entorno.
Actualmente es el sector ganadero el que tiene cierta pujanza, con dos o tres
ganaderías de cierta importancia.