viernes, 11 de marzo de 2016

Coyanes por el mundo

"Y me voy sin haber recibido mi legado, sin haber habitado mi casa, sin haber cultivado mi huerto, sin haber sentido el beso de la siembra y de la luz..." León Felipe Camino



De Argentina a Soto de Agues o viceversa

Los hijos y nietos de emigrantes son un punto y aparte en la historia de los viajeros que dejaron la tierra que les vio nacer hace muchos años. Esta es la historia de Ramiro Vega González, nieto de una coyana de Soto de Agues, que enseñó a su estirpe el amor por unas raíces que pudieron conocer en cuanto las circunstancias se lo permitieron. En la veintena de su vida, ahora visita con frecuencia  el pueblo que le transporta a todas aquellas historias que su abuela paterna  les contaba a él y a su hermana  Noelia. En Sobrescobio le esperan siempre con los brazos abiertos su familia y amigos, para que pueda palpar y disfrutar  del cariño que les inculcaron sus antecesores al otro lado del Océano. Sus palabras para La Crónica de redes merecen ser transcritas por la ternura y lo entrañable de sus percepciones respecto al lugar donde sueña  siempre con regresar. No en vano ama todo lo relacionado con los aviones, una gráfica representación de que volar puede llevarte a tus sueños, y una vocación muy repetida entre los descendientes de emigrantes:

Soy Ramiro,  tengo 20 años y vivo en Buenos Aires, lugar donde nací, y me crié. En la actualidad resido en el barrio de Villa Luro, en la Capital Federal, a unos 30 minutos de la zona céntrica y popularmente conocida de Buenos Aires. Soy estudiante de piloto privado de avión, y hace pocos meses me gradué como despachador de vuelos. Como se darán cuenta, me apasiona demasiado todo lo que esté vinculado a la aviación civil. A pesar de ello, todavía no he logrado inyectarme en el ambiente laboral de dicha área, por falta de oportunidades de esta índole en mi país. En la actualidad trabajo en un centro de ortopedia y fisioterapia, y ocupo el cargo de subgerente de producción.

Tengo familia en Redes. Mi abuela nació  y se crimen Soto de Agues junto a sus hermanos. Cuando era muy joven, le tocó tener que emigrar a la otra punta del planeta, ya que la realidad no le dejaba muchas opciones. Había que construir una nueva vida, en un país diferente, lejos de su familia y amigos, y con pocos recursos. Apenas un pequeño baúl, el cual hoy en día guardo con mucho cariño, con todas sus pertenencias (algo de ropa y alguna que otra foto de familiares y amigos).

Imposible no recordar las historias que ella me contaba, sobre su corta vida en Soto.. Las recuerdo todas, tanto como si las hubiese vivido yo. Todo aquel que me conoce podrá saber lo que significó, y aún significa mi abuela en mi vida. Fue una persona que me marcó para la eternidad por su forma de ser

Ya tuve la oportunidad de visitar mis raíces en tres oportunidades. Los paisajes, los montes y ríos, y el formato de las viviendas (manteniendo una cultura, como si estuviese congelado en el tiempo) es algo que verdaderamente me impactó. Era todo como me lo había contado mi abuela.

Particularmente me llama la atención la seguridad y la forma de vida de Soto de Agues; caminar con una tranquilidad inexplicable y dejar las llaves del lado de afuera de la casa es algo que todavía me cuesta creer, así como el silencio de la noche del pueblo. Pero lo que más me cautivó, fue la actitud de sus gentes. El que viva en una ciudad tan grande, seguramente va a entender mi asombro.

Por mi mente ha pasado varias veces la posibilidad de irme a vivir a España, pero las circunstancias laborales también son complicadas allí, y sería difícil abrirme paso. Me conformo con volar de vez en cuando a mi lugar especial en el mundo.

Un abrazo muy fuerte desde “el otro lado del charco”.


Un día de la  Marcha por los Pueblos de Sobrescobio,  en una de sus visitas a Soto de Agues




Caleao está de moda



Uno de sus embajadores, el guía turístico José Díaz Martínez, desarrolla una amplia actividad social y de naturaleza para mostrar al mundo la belleza de ese rincón casín.



Situado en pleno corazón del Parque de Redes, con una población que ronda los 165 habitantes, y a unos 11 Kilómetros de la capital del municipio, Campo de Caso, el pueblo de Caleao empieza a ser un icono de turismo rural. A ese nuevo enfoque han contribuido los nuevos residentes que pueblan la parroquia de Caleao, que difunden sus costumbres autóctonas y su paisaje como el mejor de los legados.

La restauración de casas rurales en la última década  empezó siendo el punto de partida para que el nombre de la parroquia de Caleao esté ya entre los puntos más visitados del Principado y empiece a conocerse con mayor amplitud a nivel nacional. La ampliación  y nueva implantación de negocios turísticos, fundamentalmente los dedicados a la hostelería, como el que lleva el relajante nombre de "Tierra del agua", y un paisaje típicamente asturiano contribuyen a que esta tierra, antaño puramente ganadera, esté viéndose remozada por aires de modernidad, que no quitan un ápice a los encantos de siempre de un núcleo rural con gran tipismo.

“Uno no puede imaginarse  que la  angosta carretera por la que has de conducir en el último tramo nos lleve a un lugar con paisajes, paisanajes e instalaciones hosteleras que nada tienen que envidiar a las más exquisitas, así como el recibimiento que nos hacen  unas vistas excepcionales”, afirma Concha  Uría, una arquitecta que comenzó yendo al lugar por motivos profesionales y ahora vuelve siempre que puede para disfrutar del ocio que ofrece este pueblo de Caso..

Por su parte, Cristina Poli, nacida en Caleao, lugar que nunca ha abandonado del todo, piensa que los motivos de esa fama que está adquiriendo ahora su rincón favorito son que “la gente nueva que fue a vivir allí hace correr la voz.  Hay un chico que tiene una cabaña en los alrededores y ya va sacando tres libros de fotografías, además tiene un blog con mucha difusión, sin olvidar el innovador complejo turístico y la vigencia de algún bar de antaño, con una inmejorable comida de la tierra y un trato afable y acogedor”.

 José Díaz Matínez nos acerca a través de su blog a la naturaleza y costumbres vivas del Parque de Redes, y muy especialmente de las que se disfrutan por el pueblo de Caleao. Con entradas con títulos tan sugerentes como “Respirando de verdad”, “Sangre de otoño”, “Brotando la vida” o “Luz de Luna”, los textos y fotografías de este apasionado de la tierra en su versión más autóctona  nos acercan a la vida natural que bulle en cada recodo del parque “Entradas al paraíso” es el título del último libro de fotografías que el famoso bloguero casín ha sacado a la luz, un embajador más de las maravillas del Parque de Redes que no escapan a los sentidos de nadie.



A propósito de José Díaz Martínez, asimismo  guía turístico de Redes, mencionar que también  es el organizador de un importante evento en los montes de Caleao: los conciertos que se vienen llevando a cabo desde hace  cuatro  años en la Majada de Atambos, coincidiendo con los solsticios de invierno y verano.. Música –imagínense escuchar Lo bello que es vivir a violín en las entrañas del Parque-  y naturaleza en estado puro que transportan al visitante a un mundo mágico, en el que nos es difícil imaginar el milagro que se esconde tras un paisaje de altas montañas , verdes praderas y aguas cristalinas. Si el cielo ayuda y deja ver sus estrellas, entonces la magia de las sensaciones está totalmente garantizada. José Díaz no ha podido explicarlo mejor a propósito del último solsticio, organizado, y que se repetirá en breve, cuando la noche más corta de paso al nuevo verano: “No se puede aspirar en la vida a nada más gratificante y enriquecedor que disfrutar de un momento como éste”. 

La última noticia sobre las andanzas del fotógrafo por Redes fue su aislamiento en el bosque casín para grabar  "Cien días de soledad", experiencia de la que este amante de la naturaleza sacó lo mejor del embrujo de Redes.