miércoles, 1 de febrero de 2012

¿Qué has soñado hoy?



"En la vida humana sólo unos pocos sueños se cumplen, la gran mayoría de ellos se roncan..." Jardiel Poncela



Me disponía a repasar los apuntes de mi último examen de Bachiller, pero las palabras se me antojaban imposibles de distinguir. Los folios cada vez etaban más desordenados y los dedos se volvían torpes a la hora de marcar el número de teléfono que suponía la solución a mis problemas. Una adulta en un mundo de adolescentes en el que todo se presentaba caótico. Sólo había sido un sueño, pero esta pesadilla se me repite muy frecuentemente, aunque los escenarios sean distintos .


"Recuerde todas las veces que ha conducido por la autopista sin aparentemente prestarle ninguna atención. De pronto mira a la carretera y comprende que alguien ha estado ejerciendo el juicio y el control; al instante sabe que ese alguien es usted. El sueño opera de una manera similar. Habitualmente, no es consciente de su control; pero, evidentemente, sólo usted es el autor de sus sueños, incluyendo en eso hasta las palabras exactas pronunciadas por los personajes del sueño, hasta el último ladrillo de la casa que aparece en ellos y el número preciso de pétalos de una flor en el jardín de su sueño. Comprender este hecho es como darse cuenta de pronto de que está conduciendo el coche; dicho de otro modo, despertar dentro del sueño requiere un cambio sutil de la atención, para que aprenda a ser más consciente de lo que está haciendo."
Keith Harary y Pamela Weintraub: Sueños lúcidos en 30 días

Existen sueños comunes y universales; muchos de ellos ya aparecen en las Antiguas Escrituras. Se agrupan en cinco categorías: sueños lúcidos, pesadillas, sueños recurrentes, proféticos y de salud. Volar, caerse bruscamente sin llegar a concluir el golpe, visitar lugares donde nunca hemos estado  o ver gente desconocida que luego encontramos en la vida real -el famoso déjà vu-, vivir en una casa que nada tiene que ver con la nuestra, no poder pisar ni un sólo centímetro en el que no haya una serpiente, intentar zafarse de las imantadas garras de un gato, no poder correr porque nuestras piernas son de plomo aún cuando nos persiga el más enfurecido enemigo, enredarse los pies en los pedales durante la conducción, et... Todos estos disparates forman parte de esa la larga lista de alucinaciones compartidas entre las que también se incluye quedarse sin dientes y muelas,  la enfermedad ó muerte de un ser querido, un encuentro con personas que ya se han ido, viajes en el tiempo, desahogos verbales con gentes que nos hieren en la vida real, que se te pierdan tus hijos, o -en elcaso de las féminas- que te quedes embarazada en el "esplendor" de la menopausia. Luego están aquellas fantasías más privadas que forman parte del sagrado derecho a la intimidad.

A pesar de que hay multitud de estudios que interpretan cada visión de una manera generalizada, la lectura personal únicamente podremos hacerla cada uno de nosotros. Al fin y al cabo esas divagaciones no son más que el reflejo de nuestros deseos más íntimos, de nuestros miedos y angustias; junto con la mezcla de cientos de esperanzas e inseguridades. Soñar es un simulacro fantasioso de la vida real y cada cual sacará la conclusión propia del boulevar de las fantasías, en su mayoría nocturnas. Una frase muy ilustrativa de Wilian Shaskespeare dice que "estamos hechos del tejido de nuestros sueños".

En el apartado de las pesadillas hay una que se le repite a miles de personas.Yo la tengo, de cuando en cuando, desde la infancia. Tras quedarme dormida me invade la sensación de que un gran peso que me aterra se posa sobre mi cuerpo. El fenómeno me impide abrir los ojos, aún cuando me considero despierta. Se me vuelve imposible la capacidad de moverme o hablar. Aún no creyendo en temas paranormales, casi palpo cuando consigo reaccionar un acontecimiento sobrenatural. Nada de eso. En el momento que se conoce la explicación científica de esa vivencia los miedos a dormir en soledad desaparecen. Es un "estado hipnológico" entre el sueño y la vigilia. Produce una inmovilidad y una serie de alucinaciones que impiden chillar, hablar y moverse; además de agitar notablemente el corazón, llegando a provocar el pánico. Si se es consciente de lo que está pasando, uno puede tranquilizarse y despertar relajado. No sé si será casualidad, pero desde que tuve acceso a esa información no he vuelto a vivir esos desagradables episodios.

Los niños son las víctimas más apropiadas para los terrores nocturnos. Con su aplastante lógica preguntan qué han de hacer para no tener "sueños hoguibles". Conducirles a que piensen en cosas agradables (un cuento alegre, un lugar en el que les encante estar, una película graciosa, una compañía divertida...) hará más fácil su inmersión en el paraíso de  los sueños felices. No siempre se consigue porque hay una etapa de la niñez que corre pareja a esas narcosis inevitables, pero se pueden mitigar. También los pequeños son los protagonistas de las fantasías más increíbles. Antonio, que como casi todos los niños de seis años de mayor quiere ser Súper-Héroe, se pegó no hace mucho un buen porrazo por vivir c on excesiva realidad su aventura soñadora."Pensé que era un súper héroe  y estaba rescatando a mi pinsesa  (princesa) Marta", exclamó todavía cabeza abajo en el borde de su cama.

Sigmun Freud, que entendía mucho de este asunto, aseguraba que la interpretación de las fantasías oníricas es la vía regia hacia el conocimiento del inconsciente. Soñemos pues. Y, a ser posible, con visiones felices. Sin olvidar nunca que la vigilia del día que nos espera no es un simulacro. Ahí  fuera no siempre tendremos la oportunidad de la mobiola que nos ofrecen las ensoñaciones del confortable edredón, aunque "si bueno es vivir, todavía es mejor soñar y, lo mejor de todo, despertar..." que decía Antonio Machado.

Imagen: Cuadro de los tres relojes, de Salvador Dalí.


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Autor:
Berta
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17 octubre de 2011
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Venturas y desventuras de una mujer de taitantos