martes, 3 de diciembre de 2024

Navidá sin soledá

Hace nada -el tiempu pasa como una rescamplía, decimos por aquí- que celebrábamos la pasada Navidá coyana, y ya estamos planificando de nuevo les fiestes de advientu, con sus consiguientes actividades municipales. No faltará este mes de diciembre la ya tradicional entrega en las bibliotecas del concejo de “Una bola de Navidá pol envíu d’una postal”, una iniciativa que ya va por su cuarta edición, con la que se pretende retomar el envío de postales manuscritas. El proyecto se engloba este año en La Soledad No Deseada, dado que este plan cuenta con una gran participación vecinal e Intergeneracional. ”Encontrate en el buzón o debajo de la puerta una carta personal, con mensaje, dirección y remite, escrito a mano, causa una ilusión especial, sobre tó actualmente, que casi ya nun tienes quien te escriba”, me comentaba una vecina, mientras me enseñaba viejas felicitaciones, con portalinos de piedra, paisajes nevaos, lavanderes, pastores, chimenees encendíes, bolines de carrascu… y todas esas cosas que siguen siendo eternas por estas fechas, como los aromas a guisos tradicionales o a dulces caseros, que continúan llenando el aire por nuestres quintanes, a pesar de la modernidad. Ella las guarda como un tesoro, en una caja de latón, y de vez en cuando las mira y suspira evocando otras épocas, si no mejores, sí con personas que añora. La postal que las personas censadas en Sobrescobio tienen a su disposición para participar en el intercambio es, como también viene siendo habitual, la ganadora del concurso de tarjetas navideñas, en el que participan los escolares de la escuela de Rioseco. Tampoco faltarán para esta Navidad en Sobrescobio las actividades infantiles: cine, teatro, talleres, concursos… que se distribuirán por las diferentes localidades del concejo, así como otras para todos los públicos. Recordaremos y echaremos de menos a tantos vecinos y vecinas como nos van dejando. Me gusta imaginar que estarán celebrando las cosas buenas que nos pasen en algunas de esas estrellas que siempre alumbran más que el resto. Por otra parte, en este tiempo de obsequios por excelencia, sigamos arropándonos; ese será el mejor de los regalos que podemos hacernos entre semejantes. ¡Buena Navidá!

sábado, 2 de noviembre de 2024

Rosa

La mayor de 12 hermanos, nacidos en el caserón coyán de de El Infiestu, cumplió noventa octubres. Su familia y un puñado de amigos celebramos con ella esa fecha mágica, que fue una fiesta de cariño hacia una mujer que representa la bondad en todas sus dimensiones. Conozco a Rosa desde donde mis recuerdos alcanzan. Todos los veranos volvía de Madrid la gran familia. El Infiestu se transformaba en un bullicio infantil, al que me unía embelesada por aquel ambiente alegre que se congregaba en el escañu de la antojana. “Hola bonita”, saludaba con su voz dulce, cuando me veía aparecer con alguno de sus cuatro hijos, a la postre todos buenos amigos de aquella nena del pueblu, que no concebía los agostos sin la presencia de aquel revuelo mágico. Años más tarde, me fui a estudiar a la capital. Mi primera “posada” fue en casa de los Royán Pereira, donde me quedaría unos días. Pero ese tiempo se tornó algo más largo. ”Quédate con nosotros”, me dijo Rosa, con su sonrisa amplia. Y allí me quedé cinco años. Recuerdo nítidamente la primera noche en el barrio de Chamberí. Había pizza y morcillita de Burgos para cenar. De las notas de la guitarra juvenil salía una canción de Aute -Fue en ese cine ¿te acuerdas?- y pensé que en aquella casa nada malo me podía pasar. La matriarca fue una segunda madre para mí, y con ella aprendí el arte de intentar hacer más fácil la vida a los demás. Devoradora de libros, frecuenta la biblioteca de Soto de Agues, que lleva el nombre de su tío, el Padre Juan Prado. Le encanta sentarse, rodeada de plantas, en la mecedora de la portalá, que guarda tantas vidas superpuestas. La portada de mi librín -Desde mi aldea global- lleva su foto, al lado de mi madre, con la que compartió cientos de anécdotas, por los caminos que las vieron crecer. Cómo te hacen sentir las personas nunca se olvida. Con estas líneas, quiero que ella sepa que mi gratitud es proporcional a todas las cosas buenas que esta gran mujer me hace y me hizo sentir. ¡Felicidades bonita!

martes, 1 de octubre de 2024

Bárbara



Bárbara era pequeñina y menuda. Conservó hasta el final una  gran vitalidad y sus ademanes de mujer fuerte, como su nombre.

Campesina de profesión, mi madre era asimismo una gran lectora, de memoria envidiable.

Siempre decía que "les coses nun tienen más importancia que las que se yos quiera dar", y así fue neutralizando sus naufragios.

Buena refranera, me enseñó cientos de dichos populares. Uno de sus preferidos era aquel que dice que "pucu y en paz munchu se me faz". Y solía rematar las esporádicas rencillas con: “el más llistu que calle el primeru".

Cuando era joven, le gustaba el teatro. Nunca se le olvidaron los diálogos de los papeles en su paso por una compañía coyana.  Por ella supe de “Los amores de Ximielga” y del “Pleitín de aldea”.

También le gustaban los animales; sus preferidos eran  los gatos y las gallinas, y 

fue feliz a su manera, sembrando por los güertos y recogiendo castañes cuando soplaban los vientos cálidos del otoño por la aldea donde nació y vivió siempre.

Aunque de mente abierta -pocas tendencias o ideas la escandalizaba-, tenía algunas costumbres ancladas, como la de ir a misa los festivos. Se ponía sobre los hombros la chaqueta de domingo, coloreaba con un poco de carmín sus labios finos como única licencia de coquetería , se calzaba los zapatos o les madreñes (según el tiempo) y se dirigía a la iglesia de San Andrés, donde aprendió a rezar, a cantar y tal vez a llorar.

Me daba especial ternura cuando me topaba con aquellas pastillas de jabón Heno de Pravia entre su ropa, o con unos guantes blancos de algodón para no sacar carreras a las medias, que muy pocas veces usaba. Andaba “en piernes” hasta con les mayores xelaes.

Sabía tantas historias pasadas que procuré anotarlas para que no se olviden. “Apunta si quieres que yo nun voy a durar siempre”, me decía.

Se nos antojaba eterna, pero se nos fue una madrugada de septiembre. Los  últimos meses, en los que su salud flaqueó, estuvo rodeada de todas las atenciones de sus vecinos y su familia. “¡Qué buenos sois conmigo”, decía. “Por algo será”, le replicaban.

viernes, 6 de septiembre de 2024

La mio quintana

 La mio Quintana

Berta Suárez

La mio quintana de Soto tiene la esencia de los caminos eternos. Guarda en sus entrañas consejos sabios, refranes antiguos, días alegres, horas inciertas, pesares viejos y vivencias entrañables. 

Es el trecho que recorremos a diario, por el que andan, anduvieron y andarán, las personas que amamos; y eso le concede un plus de sentimientos, cual hilo irrompible. Como los zapatos gastados y los buenos amigos, no será sendero perfecto, pero es donde nos encontramos más cómodos.

Mi quintana  coyana está hecha de recuerdos y olvidos, de historíes grandes y pequeñinas, de pasos incansables, de platos que van y vienen, de días de sol, de tardes de orbayu, de noches de lluvia, de amaneceres de nieve  y de mañanas de viento. También viven en ella lágrimas y risas, sueños frustrados e ilusiones cumplidas; encuentros y despedidas…

Los afanes no son los mismos a medida que suman los días. Pero hay un ambiente que se percibe a través de sus puertas  abiertas, que invita a confiar y a reafirmarte en cuánto necesitamos a nuestros semejantes.

Sobre todo, por este lugar, arropado por montañas perpetuas, se respira solidaridad vecinal, que se enlaza con la de otros barrios de la aldea  y que da sentido a los días tristes o alegres, que haberlos haylos para todos los gustos.

Por eso, en este tiempo de pérdidas personales por nuestra quintana, cuando me pregunto con más frecuencia que nunca por el sentido de la vida, recuerdo una reflexión de Virginia Woolf: “A eso se reducía todo: a una pregunta muy sencilla, que se iba volviendo más acuciante con el paso de los años. La gran revelación no se había producido. Tal vez no llegara a producirse nunca. En cambio, había pequeños milagros cotidianos, iluminaciones, fósforos que se encendían inesperadamente en la oscuridad".  

Eso es para mí el recorrido; el milagro cotidiano de las manos amigas que te agarran cuando el vértigo acecha, la ternura de las personas sencillas que lo transitan, el cuidado de quienes nos apreciamos, las energías intangibles de quienes nos precedieron y que sembraron para que otros recojamos su legado.

martes, 6 de agosto de 2024

Veranos de los 80

En los veranos de 1980 las costumbres arraigadas en nuestros pueblos cobraban vida en cada esquina, y nos recuerdan la sencillez de una época en la que el tiempo parecía fluir con menos ruido. El aroma a hierba seca nos parecía más intenso a los que hoy peinamos canas, y hasta tenemos ahora la sensación de que el sol calentaba diferente.

La juventud de entonces encontraba su diversión en las verbenas de los pueblos, que iluminaban las primeras andanzas en libertad y los precoces amores ; algunos de ellos convertidos en eternos.

Pero no todo era fiesta y baile; también estaba la naturaleza generosa que rodeaba cada rincón de las aldeas. Ir a la hierba, recoger la cosecha de fréjoles, “andar a ablanes”… eran tareas obligadas, que formaban parte del pack de los días más largos en la tierra que nos vio crecer.

Los ríos, abundantes  por nuestros valles, llamaban a sumergirse en sus aguas frescas. En ellos aprendimos a salir a flote sin cursos oficiales

En medio de la vorágine de la vida moderna, recordar aquellos veranos es como volver a un tiempo suspendido, en el que las canciones de las verbenas marcaban el ritmo de la noche. Sonaba aquello de “La de los ojos negros me tiene loco…”, alguien se dirigía a ti con un “¿Bailes?” y el corazón adolescente latía al unísono.

No, no es que el sol no alumbre igual ni que la música no siga moviendo los corazones, ni tan siquiera que nuestros ríos no sigan invitando a sumergirse en sus aguas. Es simplemente que las ausencias que van minando nuestras vidas impiden que nuestros veranos sean los mismos:

Será por todo ello que Benedetti escribió que “Otro sol no es tu sol, aunque te alumbre" o tal vez que cualquier tiempo pasado nos parece mejor porque, al fin y al cabo, intentamos filtrar los recuerdos amables, como un antídoto para la nostalgia.

lunes, 1 de julio de 2024

Con aroma a eternidad

Seguramente siempre le había sonreído así, pero aquel día su expresión le pareció más dulce y su abrazo se le antojó único. Segundos antes, la doctora le había dicho que tenía una sorpresa. Se abrió la puerta que comunicaba con el despacho contiguo y apareció él, sin rastro de dolor en su rostro. Llevaba puesta la camiseta azul que tan bien resaltaba sus rizos azabache, inmunes a los descalabros de la enfermedad.


Había sido un sueño, porque la persona con la que había firmado su historia de amor -haría cuarenta años ese mismo mes- se había ido para siempre aquel invierno.


El aroma del primer café; ese que tomaban juntos como una porción de felicidad diaria, avivó la magia. Y se dirigió al jardín con el pocillo humeante, para intentar fundirse con el rocío de las rosas, de aromas eternos.


 A pesar de la ausencia, sintió una energía superpuesta en los pétalos de cada flor, y entendió definitivamente que los sueños y los recuerdos apuntalan los naufragios.

Su gran amor había cumplido el trato de reencontrarse, burlando el destino.

Por su parte, ella le había jurado verle en todo cuanto amó. Sonrieron cada cual desde su orilla. Siempre les quedaría su promesa y  los senderos tantas veces recorridos en común, con el eco de un bolero (hoy he vuelto a pasar por aquel camino verde…); el olor a las flores del xaugu, a la hierba de julio recién cortada y a las sombras del verano al pie de las fuentes.

domingo, 19 de mayo de 2024

Sobrescobio con sus mayores

 


El mes de mayo conlleva una primavera especial en Sobrescobio. El próximo día 19, los mayores del concejo coyán se verán homenajeados, un año más, en el municipio que les vio nacer.

El agradecimiento y el respeto hacia quienes ya han vivido lo suficiente para dejarnos su huella, su experiencia, su semilla... es uno de los motivos de esta fiesta, que tendrá lugar en el centro cultural Vicente Álvarez González, de Rioseco.
Decía André Maurois que "El arte de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza". Y esa ilusión está presente entre la mayoría de las personas mayores, reflejada en esa fiesta de fraternidad, que tiene cita en Sobrescobio.
Porque quienes celebran cumplir décadas, abrazan la vejez como un proceso natural y como una etapa de la vida llena de experiencias acumuladas.
Al fin y al cabo "No se es joven más que un ratito en la vida, un ratito muy corto", como bien dice Lola Herrera. Por eso, brindar por la existencia, nos hará más positivo el paso de los días.
Sí envejecer "Es como escalar una gran montaña; mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena", según palabras de Ingmar Bergman, la misión de una sociedad justa y agradecida es hacer más cómoda y humana esa escalada.
El ayuntamiento de Sobrescobio tiene como una de sus prioridades procurar el bienestar de sus mayores, que han cuidado, han trabajado y han luchado para llegar a donde hoy estamos.
La fiesta que se les prepara es una oportunidad para el reencuentro, para una jornada de compartir conversación y mantel, contarse la vida, recordar otros tiempos, disfrutar del baile, darse un abrazo, estrenar esa ropa que se guarda en el armario para las ocasiones especiales...
Os esperamos, sin olvidar a quienes no pueden estar por diferentes motivos o a aquellas personas que nos han dejado para siempre.
"El elixir de la eterna juventud está escondido en el único lugar en donde a nadie se le ocurre buscar, en nuestro interior", que escribió Javier González Martín.
Gracias por ser nuestro mejor elixir, queridos mayores. 

martes, 2 de abril de 2024

La primavera sin ti

 La primavera sin ti



La primavera volvió a nuestros parajes, aunque nos sigue  trayendo frío. Tampoco los cielos azules me hacen ahora especial ilusión. 
Me sigo aferrando a los recuerdos como el único puntal capaz de paliar tanta desesperanza. Y continúo agarrándome a todo las cosas que pasaron por tus sentidos, como el altar sagrado contra la ausencia.
A estas alturas del año ya habías cavado la tierra por nuestros minifundios. Los cerezos y otros árboles que tú plantaste ya están en flor; ajenos a quién recogerá este verano la cosecha. “Quien planta árboles sabiendo que nunca se sentará en su sombra, al menos ha comenzado a comprender el significado de la vida". Algo de eso pensarías tú en tus últimas visitas a tus praos tan queridos. Nada te hacía más feliz que compartir el fruto de tu trabajo. Seguiremos sembrando esta primavera en tu honor.
No te puedes ni imaginar cuánto se te echa de menos. Hoy pasó tu gran amigu por El Caalón, allí donde siempre te encontraba trastiando, esperándole para ir a algún trabayu de los vuestros o simplemente pa charlar un ratín.
Dice, desolado ahora, que teníais tantos planes... Ya sabes, faenes de vuestra vida sencilla y natural: cerrar algún prau, facer paxotos, arreglar el agua atascá en algún regatu, atender vuestros animalinos comunes, ir a leña, comprar alguna ferramienta... Enfín, echaros una mano en vuestres tarees cotidianes, así como hablar con la confianza de dos paisanos, cuyes confidencies quedarán para siempre  en el todoterreno o en el quad que tantas veces compartísteis.
Os veo arrancar pa Bustiellu o El Granau, bien equipados de gorro y botes por esta época, y se haz un nudu en la garganta pensar que esa escena, y tantes otres que eran vuestros mejores momentos, ya no sé repetirá.
A través de sus sentimientos entiendo el poder de la verdadera amistad.Y siento orgullo del buen recuerdo que dejaste en quienes compartieron un trayecto del camino contigo.
Que sepas que un puñaín de persones, que tanto nos arropan para aminorar el vacío, no te van a olvidar nunca y que seguirás entre nosotros mientras sigamos por aquí.
 

lunes, 4 de marzo de 2024

Arropar

Según la RAE, arropar significa guarecer del frío. Dependiendo del momento de la vida, éste puede ser uno de los términos más sanadores del diccionario.

Con la puesta en práctica  de una palabra, nadie puede quitarte la tristeza, devolverte una pérdida esencial o acompañarte en los momentos más crudos de tu soledad. Pero palpar la convicción de que hay personas que están ahí para ti, es un bálsamo que aminora la sensación de desamparo.
Nos arropaban nuestros padres cuando, de pequeños, nos íbamos a dormir. Nos acomodaban nuestras mantas para que el frío no se colase por ninguna rendija de nuestra cama y para que las pesadillas no pudiesen entrar en nuestros sueños.
Ya de mayores, podemos constatar que también puede arropar una amistad, el afecto de unos vecinos, el amor de la familia, el aprecio de algunos conocidos. Te agarras a quien te arropa como al hierro ardiendo ante la amenaza de un precipicio.
También arropan los recuerdos. Te aferras a ellos como el único salvavidas para que no desaparezca  su esencia, su protección, su huella, su imprescindible existencia. Los piensas, los palpas, los miras, esperando que el alma de sus objetos, de sus palabras, de los momentos compartidos... sea la muleta para seguir adelante.
No creo en la resurrección, pero sí en las energías que nos dejan las personas que pasan por nuestra vida; en la capacidad que tiene el amor y la bondad de quien has querido tanto y te ha querido en la misma medida.
Enero ha sido especialmente frío este año en nuestra casa, a pesar de tantos días de sol. Febrero no aminoró nuestra gélida sensación. Estoy segura de que la primavera que asoma entre las flores de "pan y quesu" tampoco será la misma.
Sin embargo, cuando la angustia parece ahogarte, alguien pica a tu puerta, suena el teléfono, te llega un mensaje, te hablan de sentimientos, de momentos alegres, de instantes imborrables vividos, de "cumpliré la promesa de cuidaros que un día me pidió".  Es cuando la soledad aminora, el frío se hace más llevadero, el desconsuelo se calma y la claridad se vislumbra entre los nublados del corazón.
Te arropan. 

jueves, 1 de febrero de 2024

Amaneceres

Contemplo hoy el amanecer desde las amplias cristaleras del HUCA, una atalaya bien ubicada, si ese privilegio no llevase implícito el alto precio de la enfermedad de un ser querido. La mayor gravedad corre por aquí paralela a las mejores panorámicas del edificio.

Los primeros transeúntes van aumentando por las avenidas cercanas, a medida que va desapareciendo la oscuridad. Algunos pasean con sus mascotas, otros van y vienen en dirección a las dependencias hospitalarias. Los coches ya poblan las rotondas,  Sus ocupantes acudirán a su lugar de trabajo, a la universidad, al colegio, al médico... Enfín, camino de un nuevo día, que les ofrecerá la posibilidad de un buen comienzo, también con la incertidumbre de los mil reveses del destino. Puede que desde las emisoras de radio les lleguen las noticias madrugadoras de  un mundo que cada día sorprende para mal. Pero también habrá Informaciones que hablen de esas personas que trabajan por hacer la realidad mejor.
Es posible que en algunos de esos vehículos que alcanzo a divisar o en cualquier estancia que da a las ventanas de luces encendidas, alguien esté escuchando el apartado de la cadena radiofónica que lleva el nombre de esta columna . Asimismo,  será casi cierto que las tragedias, las alegrías y las esperanzas se entremezclen en cada habitáculo, en cada micro universo que presiento, al tiempo que en las cocinas o en los establecimientos hosteleros más madrugadores alguien tome su primer café; lo que me lleva a recordar, en esta alborada que hoy se me presenta más gris de lo que yo, optimista "emporfiá", acostumbro a ver la vida, una frase de La Colmena: "Los clientes de los cafés son gentes que creen que las cosas pasan porque sí, que no merece la pena poner remedio a nada".
Al fondo del todo, los picos nevados que me recuerdan que, tras ellos, nuestro pueblín coyán entre montañas nos espera. Porque, como dice la canción: "Un nuevo día brillará", aunque mis días y mis amaneceres ya nunca serán los mismos. Hoy mi vida parece haberse detenido, envuelta en la pena de la ausencia, sintiendo que las madrugadas solo estarán ahora donde tú estés.
 

miércoles, 3 de enero de 2024

¿Cómo se envuelve una esperanza?

Me costó decantarme por un tema para la columna de este mes. De hecho, creo que hice una mezcla con algunos de ellos, aprovechando que estamos en época de caldos con ingredientes variados, de popurrí de villancicos navideños y de regalos multicolores.


Es tiempo de obsequios y, más o menos valiosos monetariamente, los presentes más estimados son aquellos que, de un modo u otro, desprenden conocimiento de los gustos, esperanzas o intereses de la persona a quien van dirigidos; al mismo tiempo que un deseo de hacer feliz al receptor.

Nela tiene en un lugar preferente de la lista de sus regalos un calendario que le regaló su pequeña a la edad de cuatro años. La cartera de una conocida marca es uno de los objetos que María luce con más cariño; con ella  la recompensó su único hijo al cobrar el primer sueldo. Todo lo contrario de lo que opina del juego de sábanas con las que la gratificó su mamá cuando en uno de los Reyes de su adolescencia se le ocurrió pedir que la sorprendieran.
Me consta que hay personas que acostumbran a enviarse ofrendas a sí mismas, y en el momento de desenvolver se convencen de que alguien especial se ha acordado de ellas. Es una opción tan válida como cualquiera; incluso como la de las que están dispuestas, al igual que la tonadillera, a regalar imposibles: "Tendrás la luna, me iré cualquier tarde a por ella... "
En algunas circunstancias de la vida y principalmente a medida que pasa el tiempo, el regalo de la salud es el bien más preciado, el mejor golpe de lotería o el presente Real más cotizado, en este tiempo de agasajos.
Por ello, esa salud, envuelta por los profesionales de la ciencia y la medicina, por nuestros gestores políticos, por las palabras y los hechos en forma de apoyo de quienes nos aprecian, no se puede comparar ni con el diamante más valioso. En su misma escala, está la Paz
Lo material va perdiendo valor a medida que aumentan los daños y los años, y un día cualquiera, entendemos lo importante que es lo imposible envolver; por ejemplo una esperanza.

Fotografía tomada de TPA, el día que grabaron a los niños y niñas de Soto (pura esperanza), para el programa Pueblos.