miércoles, 30 de abril de 2025

Guerreras del entusiasmo

Nos hablaba el profesor Luis Alfonso Iglesias, en la presentación de su libro “El arte de educar”, de las personas guerreras del entusiasmo. Una expresión que anoté pensando en esta columna, porque comparto esa visión de la existencia. Amanece mientras escucho la radio, con noticias poco alentadoras, e intento coger energía con el primer café de la mañana, a la vez que me obligo a iniciar la jornada enfrentándome al desánimo personal y global. Reflexiono sobre las personas (que haberlas las hay y las hubo) que hacen el mundo más amable y humano. Pienso que en una sociedad cada vez más cínica, se necesitan hombres y mujeres con entusiasmo y bondad. Dos virtudes éstas que suelen tacharse de ingenuas, pero que son, en realidad, formas poderosas de resistencia. El entusiasmo es esa fuerza interior que nos impulsa a actuar con alegría, a implicarnos con pasión y a mirar la vida con resiliencia. La bondad, por su parte, es la elección consciente de hacer el bien, de cuidar a los demás, de ofrecer lo mejor de uno. Ambas cualidades están profundamente ligadas: quien actúa con entusiasmo suele hacerlo también desde la bondad, y viceversa. El entusiasmo da sentido, alimenta la creatividad y fortalece la voluntad. La bondad, en cambio, humaniza, construye vínculos y abre espacios seguros en medio del caos. Las personas entusiastas tienen una luz propia: no necesitan tener todas las respuestas, pero contagian ganas de buscar. Se equivocan, dudan, tropiezan… pero se levantan con una sonrisa porque creen en lo que hacen. ¿Ser bueno es de valientes? Sin duda. La bondad exige coraje, porque implica mostrarse vulnerable, ir contra corriente, negarse a actuar desde el egoísmo o el miedo. En una sociedad que desprecia el entusiasmo tachándolo de ingenuidad, y que ridiculiza la bondad como debilidad, ser bueno y entusiasta es casi un acto revolucionario. Se necesitan más guerreras y guerreros del entusiasmo. Personas que digan “sí” cuando todo invita al “me da igual”. El entusiasmo y la bondad no son cualidades menores. Son intangibles que sirven de ancla para que el género humano no se vuelva un robot sin alma, valga la redundancia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario