martes, 1 de abril de 2025

Les xanes del llavaeru

Escribe Pertierra: “He querido hablar de la sensación de que lo que sucede en la infancia siempre es verdad, los niños solo se ocupan de lo importante...” Inmersa ya en el tiempo en que palpas la realidad del edadismo, y en el que la nostalgia se apodera irremediablemente de tu día a día, cualquier detalle te lleva al realismo mágico de los recuerdos, a lo que soñaste y a lo que fue quedando en el camino. Un día de éstos, mientras recogía agua en la fuente de lavar de Soto, pasaron por mis pensamientos unos años en los que el "llavaeru" se llenaba de mujeres. En la parte reservada para la ropa más sucia, dos de ellas hablaban bajito sobre un drama familiar. ¡Chsss, que hay ropa tendía!, decían mirándo de reojo a la más pequeña de la escena que, de cuando en cuando, también entretenían con algún cuentín. Creí ver en la escena a aquella nena roxina, a la que su madre le cedía prendas para que fuera aprendiendo a enjabonar. A la mayoría de las congéneres, las esperaba la costumbre o el consuelo del vino blanco calentao con azúcar, que tomaban cuando llegaban a casa con les manes engarabellíes y con la humedad en el alma y en el cuerpo. Encima de la tabla del escañu, esperaban las  páginas escolares de cuentas y caligrafía. Rara vez no recibían algún manchón de la jarra de leche recién catá o del trozo de manzana asada que el abuelo siempre tomaba de postre para la cena. Acababan de empezar con las multiplicaciones, pero ella prefería el cuaderno de las palabras. Al oscurecer, comenzaban a llegar los aromas a ajo respiñao. Era la antesala de sus horas favoritas, cuando las estancias principales de la casa ya estaban calentines, y el frío que se adivinaba fuera invitaba a reunirse en torno a la mesa, y escuchar conversaciones de sus mayores; plagadas de vivencias antiguas, que fue archivando en su memoria. La fuerza de la nostalgia la llevó a pensar si les xanes de las que le hablaban aquellas mujeres de antaño, no serían ellas mismas, regresando un día en forma de agua.

miércoles, 5 de febrero de 2025

Desde que os habéis marchado

"Lo llargu que se me faz un día y lo curtiu que se me faz un añu”, decía una vecina coyana. Inmersos ya en el devenir del nuevo año, pienso en ese dicho y en los vacíos que deja la gente que se va. Nada de particular eso de la muerte, “ye un camín que tenemos que andar tós”, comentaba otra lugareña, que concebía los avatares de la vida como algo natural, y tal vez recurriera a esa frase sin anestesia, como escudo para el dolor. Hago recuento de las personas que nos han dejado en el ya viejo 2024. Demasiadas ausencias en poco espacio de tiempo. En un concejo pequeño, como es el nuestro de Sobrescobio, cada falta se magnifica. A veces pienso en qué les contaríamos si nos encontrásemos de nuevo con esas personas que se fueron para siempre. Fantaseo con la imposible idea de topármelos en cualquier lugar y poder hablarles. Cuando la certeza del nunca más te produce un ahogo casi físico, ese imposible me produce consuelo. “Un recurso como cualquier otro para superar los momentos de desespero”, que diría mi terapeuta (si la tuviera). ¿Qué te contaría si volvieses? En el mundo siguen las guerras, las catástrofes, los sacrificios sociales a cambio de no se entiende muy bien qué, algún que otro progreso en beneficio de la humanidad, que se ve menguado con el avance del materialismo y de la supremacía de los poderosos. La inteligencia artificial es protagonista estos días, en que los avances tecnológicos producen tanto vértigo como los retrocesos en los derechos humanos. En las noticas cercanas, les hablaríamos de cómo sigue todo lo que amaron, les expresaríamos tantas cosas que quedaron por decir… Les contaríamos que lo que queremos ahora, después de su marcha, coincide con los deseos de Ángeles Caso: “Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno… Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado… Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí…” Sabed que ese puñaín de personas os seguirá recordando y, de alguna extraña manera, contando la vida.

jueves, 2 de enero de 2025

De Sobrescobio a Tapia

Me envían un vídeo viral de Jesús, subido por su nieta Olaya, nacida digital. Jesús Loza es el padre de una de mis buenas amigas. El mensaje que transmite el joven nonagenario es tan tierno como profundo. Noventa y seis inviernos tiene este vecino del municipio tapiego, un lugar alejado de nuestras montañas coyanas, que el aleteo de las mariposas me llevó a conocer. Estoy convencida de que las personas que te tiene el destino preparadas para que aporten cosas buenas a tu vida, las topas tarde o temprano a lo largo del camino. En la actualidad, que vivo un tiempo raro, me voy algún fin de semana a visitar su playa, donde también allí “sentadita junto al mar…” espero, de algún modo, divisar a mi capitán, como dice la canción. Pero toca hablar de Jesús, el hombre de risa fácil, porte de gran señor (coqueto aún, con sus americanas y sus jerséis de cuello alto) y sus cientos de historias vividas, que disfruta contar a cuantos estén dispuestos a escucharlas en la gran mesa de su cocina. Jesús era campesino de profesión, pero el amor por la lectura le convirtió en todo un intelectual. Él y su mujer, Fina, tuvieron dos hijas “listes como un rayu”, que decimos por aquí. Se dedican a la enseñanza. Doy fe que los niños y los adolescentes a los que educan, no pueden estar en mejores manos. Y también presiento que su padre está muy orgulloso de ellas, aunque los padres no acostumbramos a reconocer eso abiertamente, pero “lo que tá a la vista nun necesita candil”. ¡Tan diferentes a nuestros minifundios aquellas fincas extensas!, próximas a tierras gallegas, donde Jesús y su familia tanto trabajó, y donde, a diferencia de la zona suroriental, comen las ramas de los nabos, mientras nosotros cocinamos la parte de ese tubérculo que está bajo tierra, por mencionar alguna diferencia. Sin embargo, ese lugar con aroma a maresía, me regresa en muchas de sus reminiscencias a mis gentes ausentes, trabajadores del campo y amantes de la siembra. Qué decir de su forma de hablar. Ni en sueños pensé que un día dominaría palabras de la fala. Asimismo que a ellos se les pegó algún “¡si ho!”de nuestra cuenca minera. Todo esto para llegar a la conclusión de que las redes sociales, con tantos males colaterales, sirven además para cosas buenas, tales como mostrar al mundo una persona que llegó al corazón de miles de personas, entre ellas muchos jóvenes , que están viendo en el vecino de Serantes a un referente, por su sabiduría, su bondad y el optimismo que transmite, a pesar de que ha transitado por tiempos duros; que él suaviza al narrar, porque como escribió García Márquez: “La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado”. Y desdramatizar el presente, añadiría yo, con el permiso de Gabo; otro gran hombre, como Jesús, quien poco sabe de algoritmos, pero sí mucho de la vida.