jueves, 2 de enero de 2025
De Sobrescobio a Tapia
Me envían un vídeo viral de Jesús, subido por su nieta Olaya, nacida digital. Jesús Loza es el padre de una de mis buenas amigas. El mensaje que transmite el joven nonagenario es tan tierno como profundo.
Noventa y seis inviernos tiene este vecino del municipio tapiego, un lugar alejado de nuestras montañas coyanas, que el aleteo de las mariposas me llevó a conocer. Estoy convencida de que las personas que te tiene el destino preparadas para que aporten cosas buenas a tu vida, las topas tarde o temprano a lo largo del camino.
En la actualidad, que vivo un tiempo raro, me voy algún fin de semana a visitar su playa, donde también allí “sentadita junto al mar…” espero, de algún modo, divisar a mi capitán, como dice la canción.
Pero toca hablar de Jesús, el hombre de risa fácil, porte de gran señor (coqueto aún, con sus americanas y sus jerséis de cuello alto) y sus cientos de historias vividas, que disfruta contar a cuantos estén dispuestos a escucharlas en la gran mesa de su cocina.
Jesús era campesino de profesión, pero el amor por la lectura le convirtió en todo un intelectual.
Él y su mujer, Fina, tuvieron dos hijas “listes como un rayu”, que decimos por aquí. Se dedican a la enseñanza. Doy fe que los niños y los adolescentes a los que educan, no pueden estar en mejores manos. Y también presiento que su padre está muy orgulloso de ellas, aunque los padres no acostumbramos a reconocer eso abiertamente, pero “lo que tá a la vista nun necesita candil”.
¡Tan diferentes a nuestros minifundios aquellas fincas extensas!, próximas a tierras gallegas, donde Jesús y su familia tanto trabajó, y donde, a diferencia de la zona suroriental, comen las ramas de los nabos, mientras nosotros cocinamos la parte de ese tubérculo que está bajo tierra, por mencionar alguna diferencia. Sin embargo, ese lugar con aroma a maresía, me regresa en muchas de sus reminiscencias a mis gentes ausentes, trabajadores del campo y amantes de la siembra.
Qué decir de su forma de hablar. Ni en sueños pensé que un día dominaría palabras de la fala. Asimismo que a ellos se les pegó algún “¡si ho!”de nuestra cuenca minera.
Todo esto para llegar a la conclusión de que las redes sociales, con tantos males colaterales, sirven además para cosas buenas, tales como mostrar al mundo una persona que llegó al corazón de miles de personas, entre ellas muchos jóvenes , que están viendo en el vecino de Serantes a un referente, por su sabiduría, su bondad y el optimismo que transmite, a pesar de que ha transitado por tiempos duros; que él suaviza al narrar, porque como escribió García Márquez: “La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado”. Y desdramatizar el presente, añadiría yo, con el permiso de Gabo; otro gran hombre, como Jesús, quien poco sabe de algoritmos, pero sí mucho de la vida.
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