Tiene más de nueve décadas vividas y "el pelo blanco de nieve", como dice una de mis canciones favoritas. Dueña, a su vez, de una memoria prodigiosa y un entusiasmo por la vida que la lleva a seguir apreciando la pintura, la literatura, las flores de su jardín, los juegos de palabras y las redes sociales. Pero, como no podía ser de otro modo en una persona inteligente, el sentido del humor es uno de los rasgos más destacados de su personalidad. De ahí que cuando afronta con toda naturalidad el tema de la muerte con su familia les cuenta que lo primero que le dirá a su marido, ya fallecido, cuando le llegue su hora, será: "Aníbal, ya estoy aquí, pero llego hecha polvo". Con todos ustedes, una joven nonagenaria cuya forma de estar nos hace un poco más llevadero imaginarnos nuestra vejez; porque en ella se confirma aquello de que "quien es realmente joven lo es para toda la vida".
Langreana de nacimiento, hija de un trabajador de Duro Felguera y la propietaria de una pequeña tiendecita, Amelia nació el año en que en Europa hubo cambios tan trascendentales como la instauración de la República en Grecia, el primer triunfo en Gran Bretaña de un Gobierno Laboral, los primeros Juegos de Invierno en Francia, el nacimiento de la radio en España o la Edad de Plata de nuestra literatura. En Asturias, un gran temporal azotaba la Costa de Gijón y la situación política en nuestro país daba paso a la Dictadura de Primo de Rivera. Por otro lado, el carácter alegre de Amelia tal vez tenga algo que ver con que el Charlestón era el baile de moda de los felices años veinte. Para contrarrestar, Carlos Gradel ponía por esas fechas la nota melancólica con su famoso "caminito que el viento había borrado..." Pero ella se quedó con "Vereda Tropical" como su canción de cabecera: "Voy por la vereda tropical, la noche plena de quietud, con su perfume de humedad...". Su grupo musical favorito: la Masa Coral de Laviana, de la que la empresaria de la ferretería formó parte.
Cuando vi la foto de Amelia en el inicio de nuestra amistad virtual pensé que de algo me sonaban aquellos rasgos, ahora poblados de canas y alguna de esas cicatrices que se cobra la experiencia. Claro, era la mujer que tantas veces nos abastecía de "puntes de tazu, gomes y argolles pa les madreñes", parches para la bici, fiambreras para llevar la comida cuando íbamos a la hierba, "fierros pa ferrar los gochos", rollo de alambre, lija para la cocina, repuestos para algún apero de labranza, cristales, quicios para las puertas, y un largo etcétera que mi padre solía ir a buscar cuando bajábamos los jueves al "mercau" de Pola de Laviana. Nunca faltaba en la lista de recados la visita a la ferretería más emblemática del Valle . Cómo no acordarse de su dueña, a la par que encargada, Amelia, que despachaba en el negocio fundado con su marido, en un mundo por entonces de paisanos, pero con el mismo saber y desenvoltura que los del sexo opuesto; un espíritu emprendedor que también la llevó a ser cofundadora de la Cooperativa de Ferreterías de Asturias (COFEDAS).
Décadas después, y cosas de la magia digital, Amelia me envía un mensaje contándome que le encanta leer mis pequeñas cosas y que le hago pasar muy buenos ratos con lo que se me va ocurriendo; algo así como el cuento de las mil y una noches, versión moderna y personal. Tasmbién me escribe muchas veces diciéndome que le gusta mi sonrisa, lo que me lleva a esbozarla siempre que me acuerdo de ella.
Cuántas cosas se nos pasan desapercibidas de las personas que encontramos habitualmente en nuestro camino. Ahora sé que la pequeña y única superviviente de tres hermanas, asimismo madre de tres hijos, nació el mismo año que Neruda escribió "Veinte poemas de amor y una canción desesperada", con versos tan bonitos como: "... es tan corto el amor , y es tan largo el olvido". Hoy pienso en la antigua dueña de la ferretería Galván como una mujer luchadora, culta, trabajadora, optimista, y muy querida por su familia. Vamos, lo que me gustaría ser a mí cuando pasen unos cuantos años, aunque yo no haya vivido dos Dictaduras, una República, un Guerra Civil, y este mes sabremos qué nueva forma de Gobierno.
Amelia no es vieja. Transmite vida. No hay más que fijarse en su jardín, en los cuadros que pinta, en su consciencia de la actualidad, en su ilusión por disfrutar de cada día. Aunque nació en una época en que las mujeres carecían de casi todos los derechos, ella se empoderó -esa famosa palabra por la que ahora tanto se lucha- y fue una avanzada a su época. Me la imagino desafiando la moralidad de los años que le tocó vivir con su primera falda corta, sus decisiones en el imperio de la ley masculina y la ejecución de su matriarcado a contracorriente. Educada en plena imposición de la religión católica, Amelia es una mujer de fé, pero de la buena. Su mente progresista y abierta no deja dudas de que le importan la libertad de ideas y los derechos ajenos.
Ahora disfruta de su jubilación entre rosas, hijos, nietos, tranquilos paseos por la naturaleza, a caballo entre Laviana y Sobrescobio y, cómo no, con el entretenimiento añadido de su ordenador personal. Con razón, entre las informaciones de su muro puede leerse: "una abuela moderna es aquella que cambió el punto de cruz por el punto com". Aunque estoy convencida de que ella saca tiempo para ambas cosas, y que tendría fuerzas, si llegara el caso, para levantar una pancarta en la que se leyera: ¡¿Que las mujeres mayores no podemos hacer qué?!. Por cierto, le encanta recibir visitas en su casa de Pola de Laviana, donde su estado físico y mental le conceden el privilegio de disfrutar de su mundo. Un poema que compartió hace poco en su muro de Facefook resume el resto de su actitud ante la vida; la misma que inicia cada día como si fuera el primero:
Querida Berta:No sé de dónde te salen tantas cosas sobre mi persona, algunas son ciertas, otras no tanto. Tengo la suerte haberte conocido y, te hayas fijado extrañada, cómo una mujer de tan avanzada edad, se comporte igual que alguien más joven. Gracias amiga. Un abrazo.
ResponderEliminarUn placer leer esto precioso texto...y un honor que la mujer a la que va dedicado sea mi abuela. Mi heroína.
ResponderEliminar¿Cuáles no son ciertas?. Supongo que te referirás a los halagos, pero yo creo que eso son lo más auténtico. Tengo algunas fuentes de información muy cercanas a ti. Además, apenas ojeas los muros de tus amigos, rápido aprendes muchas cosas de ellos. Es cuestión de ver, observar y sentir... Un abrazo.
ResponderEliminarSiempre he dicho , es mi lema. No tengo estudios, sólo los primarios, insisto.Abrazos.
ResponderEliminarPero te gusta aprender y te cunde; eso es lo que importa. Listo no es el que conoce todas las cosas, sino el que sabe donde encontrarlas.
EliminarDoy gracias a Dios, al fin te he conocido, eres igual que te imaginaba. Gracias por tus halagos. Los años pasan y se nota;mi jardín está abandonado aunque van a venir a ponerlo bien.Mi afición a leer y escribir no se ha apagado. Gracias de nuevo, querida Berta.
ResponderEliminarMi voto es para ,
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