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domingo, 7 de junio de 2015

De guías por Soto de Agues

Aún cuando soy de las que siempre veo algo nuevo en las cosas cotidianas, dicen que para que algo cambie en tu vida no debes de hacer siempre lo mismo. Esta mañana, mi amiga Ana y yo hemos vivido una experiencia distinta, haciendo de guías turísticas para un grupo de personas del Instituto de Estudios Bergatiñans. El lugar, cómo no,  fue nuestra aldea de Soto de Agues.

Que conocemos cada rincón de nuestro pueblo es indudable, pero que hemos encontrado multitud de nuevos tesoros en cada recodo de la exploración previa que hicimos la tarde de ayer las aspirantes a cicerones -para estar a la altura del trabajo que nos habían demandado- es innegable. Cuántos datos nos habían pasado desapercibidos de las fechas de esas antiguas casas señoriales, de los arcos de las capillas, de las inscripciones en las paredes medio derruidas por el tiempo,así como el viejo  reloj de sol de San Andrés, ignorado en tantos paseos por su calle. Como tampoco nunca nos habíamos percatadode  la pintada más antigua de la aldea que un vecino, a sabiendas que buscábamos buena información para nuestros primos-hermanos de Galica, nos descubrió. UHP (Unión Hermanos Proletarios) puede aún leerse en las paredes de una vieja cuadra, convertida ahora en una cochera.

Buscamos una a una las flores del agua, o rosas astures, que forman parte del adorno de las puertas y ventanas de las casas centenarias y que también conforman el dibujo del precioso empedrado del pueblo, el cuélebre que custodia el acceso a la fuente de lavar, y demás símbolos mitológicos de nuestros ancestros celtas.Sin olvidarnos pasar por la escuela donde aprendimos a leer.

Durante unos días volvimos a ser estudiantes aplicadas para empaparnos mejor de la historia de Sobrescobio, aprendida siempre de resbalón, y descubrimos cuántos datos interesantes ignorábamos de un municipio que comenzó su andadura en la prehistoria, con asentamientos en algunos de sus montes como el del Caón, su posterior pertenencia a los romanos y los árabes, y  más adelante su destino en manos de señores feudales. Fue así como se llegó a su primera denominación como comunidad. Sobre 1171, Doña Urraca (la otra reina asturiana) y Fernando II, que residían en Pelúgano (Aller) cedieron el concejo a la Orden de Santiago, regalándoselo como lugar para hospedaje de peregrinos que hacían el camino de Santiago. Aún quedan vestigios de una antigua leprosería a la entrada  de la tierra coyana subiendo desde Laviana y rutas como la del Camín d´Aceu con muchas huellas de aquella época.  Los miembros del clero entregaron temporalmente el municipio a nuevos señores feudales que, como era habitual, "sangraban" con injustos tributos a los habitantes y verdaderos trabajadores de la tierra.

Fue en 1565 cuando la historia de Sobescobio da un vuelco definitivo.La Orden de Santiago decide poner en puja esa tierra con el "Juego de la LLama".Un rico señor de Oviedo y dos vecinos representantes de los coyanes pujan durante un tiempo,antes de que se apagase una vela.Cuando ya parecía estar todo perdido, porque el comprador forastero había sido el último se enciende como por milagro nuevamente la vela."¡810.000 maravedíes!", grita con rapidez  uno de los vecinos coyanes. Y así fue como Sobrescobio comenzó a ser la tierra de las gentes que lo habitaban, que empezaron a tejer una historia con el agua como una de sus riquezas naturales, la culpable de un paisaje extraordinario y una rica naturaleza. No es de extrañar que el logotipo de este lugar del Alto Nalón sea la citada flor del agua, una evocación a la fertilización del sol sobre la tierra, especialmente en el solsticio de verano, con reminiscencias a invocaciones mágicas al Dios Sol, idolatrado por los celtas.

La tierra como era, dice el slogan que invita a visitar Sobrescobio. Ciertamente hay rincones por las aldeas coyanas que nos transportan a otros siglos, gracias a la labor de conservación de lo eterno por parte de las gentes que van poblándolo generación tras generación. Y de los que puede atraparse, superpuestos en muros con madreselvas y fuentes cantarinas, el trabajo y la constancia de esas gentes de las que nos sentimos tan orgullos cuando enseñamos nuestro patrimonio común a quienes vienen a conocerlo.

Les contamos también que hubo personas ilustres que pusieron su grano de arena en la cultura, la educación y el prestigio del pueblo atravesado por el Alba. Así les hablamos  del político Venceslao Roces -fue senador del Partido Comunista tras la dictadura y antiguo Secretario del mismo, traductor, jurista, escritor, catedrático y gran amigo de Unamuno y Veneranda Manzano; del sabio Padre Juan Prado, que trataba de tú a tú al Papa Juan XXIII; traductor de muchas obras del Pontífice y fundador de la actual Biblioteca de Soto de Agues, asimismo del Padre Carlos Pereira, gran restaurador y artífice de la cruz que preside la Inglesia de San Andrés. Sin olvidarnos del también vecino Ramón Sánchez Izarralde, traductor de Kadaré, Premio Príncipe de Asturias.

Estas son algunas de las cosas que les hemos enseñado a nuestros visitantes, mientras recorríamos los caminos de Soto de Agues este domingo de Junio. Muchos de ellos eran expertos profesores de Historia del Arte, que escucharon con interés y humildad nuestras explicaciones .

 Esperamos su vuelta con más tiempo para terminar con muchos relatos que quedaron pendientes y brindar con alguna de las bebidas de la tierra. Hasta entonces seguramente que no olvidarán la historia de la "señoritina del Xerru del Agua" el lugar que primero veis de la portada de este blog; reminiscencias de una niñez en la que todo parece más posible.  Les encantó escuchar la historia del peine de oro, porque ya saben ustedes lo que se dice de las situaciones mágicas: "Haberlas haylas".





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